Increíble, impresionante obra maestra que todavía no tiene distribución en España. El concepto es genial: de la misma manera que los italianos crearon el spaghetti western, Miike crea el sukiyaki (una comida japonesa) western rodado con actores japoneses. Tarantino hace algo más que un cameo y hasta tiene gracia (sobretodo cuando, en mitad de la película dice: "Akira, ese nombre me trae tanta alegría, pues al fin y al cabo no soy más que un otaku". Y es que a parte del spaghetti western, el anime es la otra gran fuente inspiradora de esta obra que puede hacer historia de la misma manera que el primer spaghetti western hizo historia. La influencia del anime se ve sobre todo en el diseño de sonido. Esta película ganó los premios a la mejor fotografía y al mejor diseño de producción en Sitges y he de decir que los premios son totalmente merecidos.
En conclusión: Katanas y pistolas, samurais y cowboys, ¿se puede pedir algo más? De la cultura japonesa que tanto venero, la comida era lo que menos me llamaba la atención, pero me parece que voy a comer menos spaghetti (la comida del soltero y del universitario) y más sukiyaki.
Llevo 2 minutos de película y un pensamiento lacerante llega a mi cabeza: "¡Que hijos de puta estos de Monminet! ¡Le han escrito una película a Takeshi Kitano y no me han dicho nada!" A día de hoy, y por mucho que ellos me digan que no han escrito nada para cine todavía, sigo pensando lo mismo. Y es que el nivel de delicioso absurdo de esta película solo es comparable al de mis queridas "Búhos". Si en la película anterior hablaba de influencia del anime, esta película parece una colección de animes en imagen real: tenemos a Mazinger Z, un guiño a Doraimon y gente que cuando algo estúpido sucede se tira al suelo como en el 90% de los animes. Esto es humor inteligente y no lo que hacen otros... Por cierto, como toda obra buena que se precie que venga de Oriente, habrá que verla en DVD porque las distribuidoras patrias son estúpidas.
En el año 2000, en Colombia, unos delincuentes asaltaron a una familia y pusieron una bomba en un tubo de PVC alrededor del cuello de la madre de la familia para forzarles a darles dinero. 8 años después, el recuerdo sigue vivo gracias al grandísimo trabajo del joven director (y majete) Spiros Stathoulopoulos. La película esta filmada en riguroso tiempo real, de ahí que casi no la podamos llamar película y la tengamos que llamar vídeo (sería imposible rodar 85 minutos seguidos en cine). Lo mejor del asunto, es que no solo está en tiempo real, sino que además ¡funciona! Tuvimos la oportunidad de conversar con el director, el cual nos contó que lo que vimos en la pantalla era la cuarta de las cuatro películas que se rodaron. Es decir, la película se rodó de cabo a rabo 4 veces. Un esfuerzo que merece la pena ser visto.
Documental sobre unos niños de la zona de guerra de Uganda que por primera vez se clasifican para las finales nacionales de las competición de música. Lo más destacable del documental es su musicalidad. Visualmente es muy convencional (incluso aburrido) y tira descaradamente del recurso de la lagrimilla fácil. La verdad es que uno esperaba más de una obra nominada al Oscar al mejor documental. Es interesante, pero siempre suele haber cosas mejores que ver.
If it weren't for the Music, M. Forman
Había una sección del festival que contenía todas las películas de Milos Forman, incluidos los cortos que rodó en la escuela de cine. Este es uno de ellos, concretamente el primero que rodó en 1963. Es casi un falso documental que no aburre y cuyo diseño de sonido es más que interesante, pero tampoco es una obra maestra.
Audition, M. Forman
Este es el otro cortometraje que se proyectaba justo después de If it weren't for the Music y no puede decir mucho de él porque fue proyectado en checo con subtítulos en turco y francés.
Aquí va la gran basura del festival. Una película que trata sobre un imitador de Michael Jackson que se enamora de una imitadora de Marilyn Monroe. A simple vista, parece la tipica comedia romántica lacrimógena de Hollywood que no es una obra maestra pero se deja ver. Pero claro, hay algo que falla y es que intenta ser una comedia romántica lacrimógena a secas. Es decir, es cine indipedante, digo independiente. Y cuando eso pasa, el guionista y el director de turno, sacan a relucir las pajas mentales acumuladas en los últimos 20 años sin que un productor les diga lo que todo el mundo piensa: esas pajas mentales no le hacen ni puta gracia a nadie. Creo que cuando esto pasa la película es de humor inteligente. Durante el visionado de la película, conté unas 30 personas que se levantaron y se marcharon a hacer cosas mejores. Yo no lo hice porque sabría que disfrutaría decapitando esta...defecación. Por supuesto, los habrá abanderados del humor inteligente que dirán que Escenas de Matrimonio es chabacano...