sábado, 30 de enero de 2010

Entourage: Juego de Hollywood - El séquito

Si hay algo que destaca de esta magnífica serie de HBO, es su sorprendente capacidad adictiva. En mi caso, esta adicción ha provocado que haya visto los 78 episodios de sus 6 temporadas en unos escasos 11 días. Pero, ¿qué es lo que tiene esta serie de especial? 3 cosas, básicamente.

Por un lado tenemos un contexto muy interesante que ha sido muy poco trabajado en televisión. Además, las pocas veces que ha sido retratado en televisión, ha resultado un retrato simple y políticamente correcto. En este caso, Hollywood y la industria del entretenimiento se nos muestra como un lugar frívolo y despiadado, con un glamour que da miedo de lo superficial que es. Según esta serie, Hollywood es un ecosistema poblado por tiburones vengativos con memoria de elefante, mujeres despampanantes cuya moral se distrae ante la presencia de famosos de medio pelo, artistas de medio pelo con un ego superlativo y personas normales y currantes que tienen que mantenerse en pie como puedan ante los ataques de la fauna restante. Sobre todo esto se desprenden dos ideas contradictorias: la industria del entretenimiento es altamente profesional y personal.

Es profesional porque en Hollywood no existe ni el descanso ni las vacaciones. El móvil está encendido 24-7 y la disponibilidad del animal hollywoodiense tiene que ser esa, a no ser que quiera perder el tren de su vida. Si os fijáis, todo esta relacionado. Las tecnologías de la información avanzan a ritmo frenético, haciendo que la comunicación se produzca cada vez con más rapidez y sin esperas. Medios como el periódico, están al borde de la aniquilación justamente por esta rigidez temporal. Información igual a Comunicación igual a Entretenimiento igual a Medios de Comunicación de Masas. Si la comunicación de la información no respeta periodos de descanso, esperas, etc., ¿cómo puede un profesional de la información, comunicación, entretenimiento, etc. tener la descabellada idea de que posee un tiempo de descanso que el resto del mundo debe respetar? El trabajo en este medio parece muy atractivo desde fuera, y una vez dentro, si tienes la pasión adecuada, es más atractivo todavía, pero esa misma pasión es la que hace falta tener para olvidarte del tiempo libre. Por desgracia, esta idea no se inculca lo suficiente en las carreras de Comunicación Audiovisual, Periodismo o Publicidad y Relaciones Públicas, posiblemente porque el profesorado tiene todavía una mentalidad de siglo XX.

Por otra parte, la industria del entretenimiento es altamente personal porque está poblada de narcisistas que creen firmemente en su opinión y cuya materia prima, las ideas y la creatividad, son elementos intangibles. De esta manera, es posible caer en el ostracismo por el simple hecho de que le caigas mal a la persona errónea de la misma manera que es posible estar en la cresta de la ola por caerle especialmente bien a la persona idónea. Todo esto es lo que se desprende de Entourage.

La segunda cosa que destaca de esta serie son sus personajes principales: Vicent Chase, la estrella del séquito, inspirado en Mark Whalberg (lo cual no deja de resultar curioso, pues Whalberg nunca ha sido una estrella del calibre de Vincent Chase en la diégesis de la serie). Vincent se caracteriza por ser un espíritu anárquico con una fe ciega en que todo va a ir bien. Para que todo vaya bien, cuenta con Eric y con Ari Gold, su manager y su agente, respectivamente. Ari Gold está basado en el agente de la vida real Ari Emanuel, el cual representa, entre otros, a Scorsese, a Michael Moore, a Matt Damon o al mismo Whalberg. Es, con diferencia, el personaje más atractivo de la serie. Es un tiburón que no se calla lo que piensa y que lo dice de la manera más desagradable posible, pero a pesar de ello, es un gran ser humano. El otro personaje atractivo, y el que proporcionará más carcajadas, es el hermano fracasado de Vincent Chase, Johnny Drama, el cual está interpretado por el hermano fracasado de Matt Dillon. Por último, tenemos a Turtle, que es el típico gordito sin talento ni atractivo que, parasitando a Vincent, conseguirá mujeres que serían inaccesibles si no fuera amigo de Vincent. Por si todo esto fuera poco, la serie se adereza con las apariciones de celebridades haciendo de ellos mismos, como Jessica Alba, James Cameron o Jamie-Lynn Sigler (muchas veces se hace referencia a ella como Meadow Soprano, citando a otra gran serie de HBO).

Por último, hay que destacar el formato de la serie. Es una comedia con una trama sólida que se desarrolla a través de cada temporada. Esto es bastante común, pero lo que no lo es es la duración de cada episodio, alrededor de los 25 minutos. Normalmente, las comedias de imagen real de esta duración suelen tener tramas auto conlusivas en cada episodio. Este formato es más propio de la serie de animación, las cuales, al terminar los episodios en cliffhanger, crean una adicción considerable. Como ya hemos dicho el principio de este comentario, este es el caso de Entourage, una de las series más destacables de esta década.

sábado, 23 de enero de 2010

Los Soprano

Estas últimas semanas hemos tenido las nominaciones de los Goya por un lado y la entrega de los Globos de Oro por otro. Sorprendentemente, en España hemos hecho las cosas con mejor criterio que en Estados Unidos. Mientras allí le han dado el Globo de Oro a la mejor película a la sobrevalorada Avatar (que según dicen algunos, no aguanta un visionado en 2D), en España le han dado 16 nominaciones a la maravillosa Celda 211. Lo único que lamento de las nominaciones es que Pagafantas no se haya llevado más reconocimientos.


Los Soprano


Hace unos días, un hecho dramático sucedió en mi vida, terminando con lo que ha sido un elemento bastante importante de mi día a día. Mientras sonaba el maravilloso tema “Don’t stop believing” de Journey, un hombre fue al baño de un restaurante y una joven entraba apresurada en el restaurante.

Negro. Silencio. Créditos.

Así termina la mejor serie de la historia de la televisión. Así terminan 5 meses en los que, al irme a dormir (en ese espacio de tiempo que las personas ocupadas utilizan para meditar y reflexionar sobre sus vidas) pensaba en los problemas del bueno de Tony en vez de en los míos. Se puede decir que estaba obsesionado. Tony Soprano representa los instintos que muchos de nosotros reprimimos. Tony Soprano es libertad.

La moral judeocristiana ha inculcado en nosotros la obligación de reprimir los instintos y los sentimientos. Bajo el lema “no somos animales”, el ser humano ha establecido un sistema que se ha dado en llamar “sociedad”, basado en la represión de determinados instintos. Yo, bajo el lema “no somos robots”, rompo una lanza a favor de personajes como Tony Soprano. El simpático gordinflón interpretado por James Gandolfini es etiquetado como psicópata por su psicóloga (la siempre sexy Lorraine Bracco) y aún así, me parece que Tony es tan humano o más que su terapeuta. Al fin y al cabo, lo único que hace es follar cuando quiera y con quien quiera; comer lo que quiera y donde quiera. En definitiva, hace lo que quiere. Sí, es cierto que también asesina o parte las piernas a quien quiera, pero eso también es parte de la naturaleza humana. ¿Acaso ninguno de vosotros, bondadosos lectores, nunca ha sentido la necesidad de colocar la boca abierta de alguien en el canto de una acera y pisotearle la cabeza para destrozar su mandíbula, su cuello y con suerte, acabar con la vida del susodicho? Si sentimos el deseo de hacerlo, ¿por qué reprimirse?

La moralina occidental nos dice que obtener placer a costa del sufrimiento de los demás es un acto de maldad. Divina hipocresía. Es justamente lo que hacemos todos los seres humanos. Tony Soprano es mala persona porque asesina personas para poner un buen plato de comida en la mesa de su familia y, por qué no, para divertirse un poco. En cambio, todos los que vivimos en el mundo desarrollado obtenemos nuestro nivel de vida a costa de la felicidad de los habitantes del Tercer Mundo. ¡Me niego a que se demonice a un espíritu libre! ¡Tony Soprano es mi héroe! ¡Él es lo que yo no me atrevo a ser! Es cierto que Tony no es una persona feliz, que acude al psicólogo, pero, ¿quién en esta vida lo es? La felicidad, ese estado permanente de bienestar, es otra construcción artificial de la humanidad.

La neutralidad del creador David Chase es, posiblemente, la gran virtud de esta serie. Chase ni juzga ni manipula. Los Soprano parecen un reality de dimensiones gigantescas, en las que hay cámaras perfectamente colocadas en todos los rincones del mundo, incluso en los sueños de Tony. Si esto fuera cierto, después de seleccionar los mejores momentos de la vida de los Soprano, Chase los ordenaría cronológicamente y montaría un capítulo. Sabemos que ese no ha sido el modus operandi de la serie (básicamente porque es imposible), pero esos detalles que aparecen en la pantalla para permanecer inconclusos (por ejemplo, un ruso que desaparece en la nieve…) dan la sensación de que estamos viendo vidas reales. Esta distancia de los creadores presenta a los personajes como tal, con sus ambigüedades. Toda persona que ve Los Soprano adora y aborrece a cada uno de los personajes, y cuando van muriendo, sentimos pena y alivio a la vez.

Aparte de lo comentado hasta el momento, hay miles de cosas que hacen que cada uno de los 86 episodios de la serie puedan estar en el Top 100 de los mejores largometrajes de la historia pero yo quiero destacar uno: la música. Por un lado tenemos la música diegética que escucha Tony, en la que se encuentran artistas de la talla de The Rat Pack, Emerson Lake & Palmer, The Chi-lites, Pink Floyd o Journey. No quiero ser pesado pero, ¿cómo puede ser mala persona alguien que tiene tan buen gusto para la música? Por otra parte, tenemos la música extradiegética, con gente como Otis Redding, Dean Martin, The Rolling Stones. Solo por esta selección musical, este producto merece el apelativo de “mejor serie de la historia” por mucho que le pese a los que no quisieron entender ni disfrutar el último episodio de la serie.



sábado, 16 de enero de 2010

Malditos Bastardos

La última producción de Tarantino (esta vez, con el aval de la crítica tras el fiasco que supuso Deathproof, sobretodo si la comparamos con su pareja de baile Planet Terror, bastante superior) es, como cada una de sus obras hasta la fecha, un homenaje a una parcela del cine. Si tanto en Kill Bill como en Deathproof, Tarantino homenajeaba al cine de Serie B, en Malditos Bastardos el director de Tennessee nos demuestra que ser freaky no es incompatible con ser un amante del cine más clásico y de todo el antiguo ritual cinematográfico que se ha perdido con las nuevas técnicas de proyección y visionado. Como ejemplos ejemplares (valga al redundancia) de este amor que el realizador profesa por el período clásico, tenemos la explicación de cómo la película de 35mm puede ser un potente explosivo, con inserto de Sabotaje (A. Hitchcock, 1936) incluido. Otra demostración de cinefilia es la primera conversación entre Soshana y Frederick Zoller, en la que comentan los grandes nombres del cine alemán de la época.

Es este un largometraje destacable aunque, seamos honestos, el Capítulo 1 es bastante flojo. El tono de esta parte de la película es serio y nuestro querido director no es muy ducho a la hora de manejar un tono sin ironía ni dobles sentidos. Tarantino siempre ha sido sinónimo de exceso, ya sea en el plano visual o en el plano de los diálogos, y toda esta secuencia no dice nada, a pesar de la parrafada de un Hans Landa inconmensurablemente interpretado por Christoph Waltz.

A partir del segundo capítulo, Quentin vuelve por sus fueros. La semiótica del serial setentero, esa que él ha adoptado como suya hasta convertirla en una de sus señas de identidad, irrumpe con fuerza en una trama situada en la Segunda Guerra Mundial. Ese descaro era el que el espectador esperaba y el que se dejaba ver a través de los trailers de este film.

No obstante, todavía el film no gana al espectador (por lo menos a mí) hasta la secuencia en el bar. Tarantino se maneja mejor con diálogos cruzados a cuatro o cinco bandas que con el cara a cara. En este momento, la verborrea tarantinesca y la violencia barroca llegan para apropiarse del film y construir un tercer acto memorable. Aún así, la película dista mucho de ser la obra maestra de Tarantino, como muchas críticas han afirmado. Es más, Malditos Bastardos no pasará como una de las mejores películas de 2009.

No sé si sobra metraje o si, con un imaginario tan estandarizado sobre la Segunda Guerra Mundial como el que tenemos, la radical ruptura historiográfica de Tarantino es demasiado. Lo que sí demuestra Tarantino es que es uno de los mejores directores de actores de la actualidad (todos los actores lo bordan, no hay ni una sola actuación que parezca deficiente) y a la vez, un virtuoso de la imagen y Malditos Bastardos es prueba de ello. El problema es que quizás Tarantino no sea tan bueno a la hora de escribir un guión como pensamos.

sábado, 9 de enero de 2010

Terminator

Empieza la película. Un tanque camina por la ciudad destruyendo esqueletos humanos a su paso. En ese momento, un pensamiento se aposenta en mi cabeza para lo que queda de metraje: ¡qué mal ha envejecido esta película! La que hace 25 años (que se dice pronto) fue una superproducción con efectos especiales vanguardistas, parece una producción de serie B (sobretodo teniendo en cuenta que la mayoría de los actores de serie B tienen más capacidad dramática que nuestro querido Gobernador de California).

Muchos dirán que es una cuestión de género, que las películas de ciencia ficción envejecen mal. Falso. Mirad Blade Runner o incluso Star Wars para observar que han envejecido con muchísima dignidad. El problema (por llamarlo de alguna manera) puede residir más en la actitud de su director, James Cameron, a la hora de afrontar sus producciones. Todas sus películas suponen un reto tecnológico. Lo podemos ver con su última producción, Avatar, y el novedoso uso del 3d, pero, ¿quién nos asegura que esos fascinantes efectos visuales de hoy parezcan ridículos de aquí a 25 años?

El guión de esta película ha dado para crear todo un universo que se ha extendido a través de 4 largometrajes y una serie de televisión. Esto significa que el material, de por sí, es bastante jugoso. Aún así, si me tengo que quedar con algo positivo de la película, es con el brillante uso que Cameron hace de los mecanismos de suspense. El largometraje está repleto de escenas de persecución en las que sientes el mismo miedo y ansiedad que Sarah Connor, aunque este personaje esté pésimamente interpretado por Linda Hamilton.

Y si de cosas pésimas tenemos que hablar, ahí está la horrible partitura de Brad Fiedel. Si por algo es conocida la década de los 80 (cada vez estoy más convencido de que, culturalmente, es una década a la que deberíamos aplicarle el Control+Z, si pudiéramos), en lo referente a música, es por el uso y abuso del sintetizador. Esta película se convierte en uno de los mejores ejemplos para ilustrar este axioma. Y a pesar de todo esto, la película no aburre y consigue un nivel de atención alto. Y es que Cameron, a parte de ser un investigador tecnológico insaciable, es un narrador con oficio.


sábado, 2 de enero de 2010

Ninja Assassin

¡Feliz 2010 a todos! Desde El Paraíso del Freaky deseamos que vuestro año sea lo más fructífero posible. También deseamos que los académicos no se dejen engañar por la mentira Cameron y que no le den el Oscar a mejor película a Avatar. A bote pronto se me ocurre una como Up que le da mil vueltas a la producción del bueno de James. En el ámbito más nacional, deseo que la "Sindescarga" cese como Ministra de Cultura y sea desterrada de cualquier vida pública. Que vuelva a escribir "grandiosos" guiones como el de Mentiras y Gordas. Y el último deseo que exteriorizo es que se empiece a sacar rendimiento a La Ciudad de la Luz y que España se coloque como una potencia audiovisual. ¡Por pedir que no sea!


Ninja Assasin


La última superproducción de los hermanos Wachowski abandona cualquier intención que tuvieron en el pasado de conquistar el público más infantil y deja claras dos cosas: la primera, que son unos otakus en toda regla y la segunda, y más importante, que después de V de Vendetta, parecen hallarse en un importante bache creativo. Ninja Assassin no es una mala película, pero dista mucho de ser una obra a la altura de Matrix y no se convertirá en un clásico del cine de artes marciales, ni siquiera dentro del subgénero del cine de ninjas.

Este filme tiene muchas cualidades de carácter visual y conceptual. Por una parte tenemos un tratamiento de las escenas de lucha y de la sangre delicioso. Es una traducción literal de la semiótica del manga y el anime a la imagen real (aunque con tanto croma en el cine actual, posiblemente, la distinción no debería ser animación e imagen real, sino animación y estilo fotorrealista) que a los amantes de esta forma de expresión nos parece de lo más interesante. Por otra parte, el diseño de personajes, de armas y de estilos de lucha es muy atractivo y destaca como la parte en la que más se han preocupado los creadores de este largometraje.

Desgraciadamente, el guión es su gran lastre. Se parte de un concepto que, a pesar de no tener ni un ápice de originalidad (por lo menos en lo que a cómic y animación se refiere), no deja de ser interesante. Un ninja rebelde en la época actual es siempre un buen punto de partida. El problema es que se nota mucho que esta película la han escrito occidentales que, o bien no han vivido nunca en Asia, o bien tienen una capacidad analítica escasa. Todos los personajes, a pesar de ser asiáticos, actúan y hablan como occidentales. Por si esto no fuera suficiente, la trama es muy simple y se resuelve mal, con un claro error de guión: lo que durante todo el metraje ha sido una dificultad desaparece convenientemente para que nuestro héroe y la chica puedan ser salvados.

Si vemos más allá de esta película, podemos considerarla como una obra de gran importancia mercadotécnica. Los amantes de los productos audiovisuales orientales estamos cansados de ver remakes made in Hollywood con actores y escenarios occidentales. Estos absurdos cambios estaban justificados por una supuesta aversión del público hacia obras en las que el protagonista no fuera occidental. Puede que esta suposición fuese cierta hace 30 años, pero en este mundo globalizado no es así. Espero que esta película sea un éxito comercial para demostrar que Hollywood puede producir un largometraje con actores de otras etnias sin perder dinero.