domingo, 26 de diciembre de 2010

La hermosa y oscura fantasía de Kanye West... o cómo crear una obra maestra

Lo primero es lo primero. ¡Feliz Navidad! Espero que las vacaciones y los reencuentros familiares os hayan proporcionado mucha felicidad. Esta entrada es especial por ser la primera que le dedico a un disco. No es que vaya a diversificar el mercado, sino que dicho disco viene acompañado de un mediometraje de 34 minutos que puede pasar a convertirse en una pieza de culto. Dicho cortometraje sirve de videoclip para un disco, pero la verdad es que me parece que la verdadera obra de arte es el cortometraje y el álbum parece una simple excusa para justificar la producción.


Estoy hablando de Runaway, filme dirigido por el rapero (ese término se le queda pequeño así que a partir de ahora me referiré a él como artista) Kanye West, que sirve como carta de presentación de su disco My Beautiful Dark Twisted Fantasy. Dicho corto cuenta la historia de una fénix que llega a la tierra y se enamora de Kanye West. Cuando la Fénix se da cuenta de que los humanos no la aceptan decide prenderse fuego y desaparecer. Esta historia, que es simple y absurda, no es más que una alegoría sobre el estado mental en el que se encontraba Kanye y un discurso sobre la ontología del proceso creativo. Vean el corto aquí. A continuación lo analizaré.


El corto comienza con Kanye West corriendo, no sabemos a donde. Flashback. Vemos una bola de fuego cayendo del cielo. La bola se choca con Kanye, que va conduciendo y le destruye el coche. La bola de fuego no es otra cosa que una mujer con plumas semidesnuda. Es la musa, la inspiración, que le llega al artista en el momento menos esperado (las musas no pueden ser convocadas con una simple llamada a gusto del consumidor como si fueran repartidores de pizza). Es más, como toda musa que se precie, llega en un momento y en unas circunstancias totalmente inadecuadas, haciendo que el artista tenga que desprenderse de algún bien material. En este caso, es el coche.


Kanye lleva a la mujer a casa. Ella se despierta y empieza a ver las noticias en la televisión. Kanye apaga la televisión y le dice que no se crea nada, en lo que se puede ver como una crítica del tratamiento que el propio Kanye recibe de los medios. Suena la canción "Gorgeous" que habla del deseo, mientras la extraña mujer se familiariza con la nueva realidad y el artista la observa con lujuria y respeto.

Corte a un plano detalle de Kanye tocando una caja de ritmos. Suena Power y la extraña mujer baila al son de la música. El artista está aprendiendo a dominar a la musa. Kanye tiene el poder y decide enseñarle al extraño ser las bellezas del mundo. Le enseña las luces mientras suena All of the lights y de paso le hace un homenaje a Michael Jackson (Thriller es claramente una referencia en esta pieza).

De aquí vamos a una escena en la que la mujer con plumas intenta aprender las normas de comportamiento. De ahí vamos a una cena en la que Kanye y la musa entran como pareja. Suena Devil in a new dress, que resume la escena. Todos los comensales son negros, los sirvientes son blancos, pero aun así, los negros, que antes han sido juzgados como inferiores por su aspecto, perpetúan la maldad y discriminan a la musa. El mismo diablo, pero vestido de otra manera.

Termina la música y un comensal hace un comentario que molesta al artista. Kanye se levanta e interpreta Runaway, canción que da nombre al cortometraje y que puede considerarse la primera obra de arte que nace de la unión entre el artista y la musa. Runaway es ante todo, una canción que habla de amor y del conflicto entre la personalidad de uno mismo y la personalidad del ser amado, muchas veces amplificado por la sociedad ("let's have a toast for the douchebags..." dice la canción). La musa ha ayudado a Kanye a expresar sus sentimientos más honestos de la manera más estética.

El artista termina su interpretación y la comida continua con el plato principal: pavo. La musa, mitad mujer, mitad pájaro sufre un ataque de histeria. Suena Hell of a life, canción que habla de como un artista puede perder el norte y darse a la mala vida. Cuando parece que uno ha controlado a la musa, esta se vuelve loca y amenaza con el abandono.

Volvemos a la residencia del artista. Suena Game Blame mientras el artista intenta reconciliarse con una musa deprimida.  Termina la música y asistimos al dialogo más largo de todo el corto y que esconde la que para mi es la clave de todo. La musa, que se revela como un fénix, dice que las estatuas de nuestro mundo (el arte) no son más que fénix que dejaron de prender fuego. En mi opinión, el artista intenta controlar a la musa (el fénix) y al hacerlo la convierte en un objeto inerte para que los humanos lo puedan contemplar. El fénix le dice al artista que si no vuelve a incendiarse, se convertirá en una estatua. Por supuesto, el artista se niega a perder a su musa y desesperadamente, le hace el amor mientras suena Lost in the world. Después de la consumación del acto sexual, el fénix abandona a Kanye y se prende fuego mientras surca los cielos. Cuando la musa le abandona, el artista se siente sin lugar en el mundo. Kanye corre buscando a la musa. Volvemos al principio del corto. El fenix desaparece y el corto finaliza.

Con este corto, Kanye a dado forma a una expresión estética nunca antes conseguida desde el hip hop o el pop. Ha trascendido el género y ha creado una obra de arte integral. Es para mi, el disco de hip hop (expresión musical en pleno declive practicamente desde que West debutara con el también genial College Dropout) con mas valía artística desde The Misseducation of Lauryn Hill.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Zeitgeist the Movie (2007)

Lo reconozco, me encantan las conspiraciones. Me parecen uno de los motivos narrativos más interesantes que un contador de historias puede usar y parece que no soy el único que piensa así. Héroes, Prison Break, The Event, etc. La lista de productos audiovisuales cuya principal trama es desenmascarar una conspiración es interminable, y me aventuro a pensar que esos productos son mas comunes ahora que hace 10 años. ¿Por qué? Puede ser que por la misma razón por la que proliferan los documentales que intentan hacernos ver la verdad: todo indica que, efectivamente, aquellos que están en el poder están conspirando contra los intereses del hombre de a pie. En una era caracterizada por el caudaloso flujo de información y por la inestabilidad política y económica, el ser humano quiere rebelarse y reafirmarse como ser independiente.



Zeitgeist es uno de estos documentales casi paranoicos que tanto proliferan en estos días. La teoría es la siguiente: La reserva federal Americana está detrás de la implicación de Estados Unidos en las principales guerras y el 11-S no es otra cosa que una artimaña organizada por el propio Gobierno de Bush para justificar la guerra de Irak y así llenarse más los bolsillos. Este no es el primer documental que veo con esta premisa. Los datos se presentan con más o menos claridad y lógica y sin embargo, no me lo termino de creer. ¿Por qué? Se me ocurren muchas cosas: La primera es que, como cineasta, sé que el fundamento que sustenta la narración audiovisual es la mentira. Mediante un simple montaje de imágenes podemos deformar la realidad a nuestro gusto y Zeitgeist no es el tipo de documental que intenta ocultar sus artificios y mecanismos. La otra razón puede ser que este documental no es más que una sucesión de imágenes de archivo con una voz en off. La voz en off es el elemento audiovisual más autoritario, dictatorial y reaccionario. La voz en off te dice lo que tienes que interpretar, en vez de dejar que el espectador pueda llegar a sus conclusiones mediante las imágenes y los testimonios de los entrevistados. ¿Qué queréis que os diga? No puedes denunciar unos hechos (el lavado de cerebro que nos aplican los medios de comunicación) utilizando los mismos medios que los supuestos criminales.

La última razón (y la principal) por la cual no termino de creerme este documental es la que más me preocupa: el escepticismo. Por el simple hecho de contarme unos hechos que demolerían el edificio de instituciones en las que uno quiere tener fe, rechazo el discurso. Ante las pruebas (no todo lo bien presentadas que podrían) que se presentan ante mí, yo pienso “si esto fuera verdad, todo el mundo lo sabría” o “con Internet y las redes sociales, no hay manera de que no se haya desenmascarado todo este asunto”. Como veis, estos argumentos son justo lo que los tiranos conspiradores querrían que todos pensáramos, así que me pregunto si no será verdad que todo es una mentira y que los banqueros ordenan el asesinato de miles de personas para enriquecerse más. No es tan descabellado, la verdad.

Este documental, dividido en tres partes empieza con una parte sobre el origen de las religiones Judeo-Cristianas que comparto al 100%. La religión no es más que un mecanismo de control y predicción que los humanos desarrollaron cuando no tenían los medios para desarrollar la ciencia. Lo que no termino de entender es como relaciona esto con el 11-S, sobretodo cuando en esta parte del documental no hace ninguna alusión al Islam. Parece una parte metida con calzador, un mezclar el tocino con la velocidad, y curiosamente, es la parte más destacable del documental.

Lo que más me molesta sobre este documental es que se contradice a sí mismo. Un momento te dice que los conspiradores se inventan enemigos para controlarnos, que nos aplican el “divide y vencerás”, pero luego nos dice que la gran meta de los “hombres detrás de la cortina” es crear un gobierno mundial hegemónico. ¿Así que nos dividen para unirnos? Y otra pregunta que me pregunto es la siguiente: ¿Si el 11-S y las bombas de Londres fueron organizados por los propios gobiernos, quién organizó el 11-M? Es muy curioso que no se mencione por ninguna parte el 11-M pero que, no obstante, se usen sus imágenes cuando se habla del atentado en Londres. Esto es sospechoso cuanto menos. A pesar de todo lo mencionado, recomiendo el visionado del documental, primero porque es gratis en su Web: http://www.zeitgeistthefilm.com/ y segundo porque hace mucho que pensar. Eso sí, visiónenlo con una mirada crítica.



domingo, 5 de diciembre de 2010

Ultimátum a la Tierra (1951)

Cuando hablamos de Ultimátum a la Tierra, hablamos de una de las películas de ciencia ficción más influyentes de la historia del cine, y definitivamente una de las que mejor ha envejecido desde la década de los 50. No es que haya envejecido bien (los efectos visuales y el diseño de producción no es realista en comparación a las películas actuales), pero el gran pulso del director Robert Wise permite que el espectador de hoy en día, acostumbrado al hiperrealismo en los efectos visuales, pueda seguir la historia con deleite. Las comparaciones son odiosas, pero el remake de 2008, con un diseño de producción y efectos visuales excelente es una de las peores películas que he visto en un cine y, por supuesto, es de muchísima menos calidad que la original.



En Ultimátum a la Tierra, el mundo se ve sorprendido por la llegada de un platillo volante en el que viajan Klaatu, un extraterrestre con apariencia humana y Gort, un robot gigante cuyos poderes pueden derrotar a todo un ejército. Klaatu, el cual ha sido herido por el ejército, quiere hablar con todos los líderes del planeta para informarles de una inminente amenaza. Sin embargo, el tenso ambiente político (no olvidemos que nos encontramos en plena Guerra Fría) imposibilita dicha reunión, así que Klaatu decide escaparse del hospital y conocer como somos los humanos antes de tomar una decisión.

El largometraje de Wise refleja de manera excepcional la crispación de la sociedad americana de los cincuenta. Tenemos a una familia desestructurada por el fallecimiento del padre en la Segunda Guerra Mundial y un enemigo extraterrestre que es una alegoría hacia la amenaza roja. Es más, uno de los personajes insinúa explícitamente que Klaatu no es un extraterrestre, sino nada más ni nada menos que un ruso.

Ultimátum a la Tierra es una de esas películas que dan la razón a todos aquellos que odian a los remakes. Se prueba, con esta producción que, para tener una buena película, no solo hay que tener una buena trama, sino que es la figura del director la que aporta ese valor añadido. El guión del remake de Ultimátum a la Tierra es muy parecido al original, con los pertinentes cambios para situar la historia en nuestra década, y sin embargo, el producto final, con potencial para ser una obra maestra, no es más que un refrito. A aquellos que habéis visto ambas obras os pregunto: ¿En qué falló Scott Derrickson a la hora de dirigir el remake? 

lunes, 29 de noviembre de 2010

The Event (2010)

Esta serie ha sido catalogada como la sucesora de Perdidos, serie que ha marcado un antes y un después en cuanto al impacto mediático que una serie puede crear. Desde mi nunca humilde opinión, creo que la comparación entre ambas series es muy injusta para Perdidos. Tras ver los 9 capítulos que hasta la fecha se han emitido puedo decir que The Event será una serie que empezó con buenos números pero más cercana a Héroes que a otra serie. De hecho, The Event parece que puede repetir la caída en picado de Héroes, solo que a diferencia de esta, no lo hará en cuatro temporadas, sino en dos.



Recuerdo que todos los capítulos de la primera temporada de Héroes fueron una gozada, unos capítulos producidos a un altísimo nivel. No fue hasta la segunda temporada cuando los guionistas y productores comenzaron a perder el rumbo hasta convertir a Héroes en una de las series más tristes de la historia por lo que pudo ser y no fue. The Event es parecida. Después de dos capítulos maravillosos, con una narrativa fragmentada sustentada en el flashback, la serie ha pegado un bajón espectacular. De los 12 millones de espectadores que tuvo su piloto ha bajado a unos meros 5 millones en el capítulo nueve.

¿Pero cuál es el evento en el que se centra esta serie? El evento no es otro que un intento de asesinato al Presidente de los Estados Unidos, un descendiente de exiliados cubanos que guarda muchas similitudes con Barack Obama. ¿Quién lo quiere asesinar? No queda claro todavía, lo que si se sabe es el por qué. El presidente Elías Martínez iba a hacer pública la existencia de un complejo carcelario en Alaska donde han retenido a un misterioso grupo durante 60 años. El asesinato del presidente se iba a realizar con un método tan "sutil" como es estrellar un avión contra el lugar donde iba a hacer el anuncio. Afortunadamente, el avión se teletransporta miles de kilómetros y se estrella en Arizona. En ese avión iba Sean Walker, el otro protagonista, un informático que, sin quererlo ni beberlo, se ve envuelto en la conspiración.

Como veis, la trama tiene su potencial. Sinceramente creo que el creador Nick Wauters no ha sabido encauzar bien tanto potencial y lo ha diluido con subtramas que carecen de interés. La subtrama más innecesaria es la de Sean Walker y su novia Leila, sobretodo porque los actores (Jason Ritter y Sarah Roemer) no dan la talla. Siendo benévolo, lo mejor que puedo decir sobre ellos es que su interpretación no tiene nada que envidiar a las mejores estrellas de tu telenovela colombiana favorita. Muchos críticos de televisión se quejan de que la historia se centre en tantos personajes, haciendo que la trama sea difícil de seguir. Yo propongo que Sean y Leila mueran y así por lo menos no tendré que reprimir los deseos de cambiar de canal cada vez que aparecen en la pantalla.

Tal y como están las cosas, dudo mucho que The Event sea renovada para una segunda temporada. Es toda una pena, porque la parrilla televisiva generalista necesita un thriller con elementos de ciencia ficción como el comer después de el vacío que han dejado series como Perdidos, Héroes o Prison break. A estas alturas, ya ha quedado claro que The Event no es lo que los frikis buscamos.


domingo, 14 de noviembre de 2010

AFI Fest 2010

El festival de prestigio internacional que cubrimos este año 2010 es AFI Fest, el festival más importante de Los Angeles, celebrado en el mítico Teatro Chino Grauman, al lado del Kodak Theater. Lo más destacado de AFI Fest es que todas las entradas son gratis. El palmarés de este año es el siguiente: 

World Cinema: Boy de Taika Waititi
New Auteurs: Bedevilled the Cheol-soo Jang
Young Americans: Littlerock de Mike Ott
Breakthrough: Hamill de Oren Kaplan
Cortometraje de Imagen Real: Quadrangle de Amy Grappell
Cortometraje de Animación: Marcel The Shell with Shoes On
Menciones Especiales: Photograph of Jesus de Laurie Hill y The High Level Bridge de Trevor Anderson



The Housemaid (2010)

Este remake de la película de 1960 del mismo título, uno de los largometrajes favoritos de Scorsese, ha sido toda una sorpresa para mí. Se estrenó en Corea del Sur (país de procedencia de la producción) en Junio, cuando todavía vivía ahí. A pesar de ser una de las dos películas coreanas que participaron en Cannes este año, el trailer de la película no me sedujo. 5 meses después, al otro lado del Pacífico, la nostalgia hizo que me decidiera a ver la película de Im Sang-soo. ¡Bendita nostalgia!

The Housemaid es un relato de lucha de clases maniqueo (como el concepto de lucha de clases en sí) en el que una atractiva sirvienta (buena interpretación de Jeon Do-Yeon) se enamora del señorito de la casa, el cual está casado, con una hija y esperando gemelos. El señorito, acostumbrado a tener todo lo que quiere, y atraído también hacia la sirvienta, la deja preñada sin pensárselo dos veces, convirtiendo a la muchacha en la diana de su mujer y su suegra.

La primera escena, muy cercana al estilo documental en el barrio seulita de Hongdae es maravillosa. A partir del momento Im Sang-soo toma el control de la producción, en un espacio genialmente diseñado y con unos movimientos de cámara y una iluminación exquisita. La única pega que le veo a la película es su maniqueísmo exacerbado. La clase alta descrita en la película está totalmente occidentalizada y carece de cualquier moral, mientras la clase trabajadora es más coreana y ética. Como alguien que ha vivido en Corea, entiendo que los trinomios clase alta=occidental=maldad y clase trabajadora=oriental=bondad no son resultados del azar, sino que responden al sentimiento de gran parte de la sociedad coreana. Por supuesto, estoy totalmente en contra de esta actitud tan cercana al racismo.



13 Assassins (2010)

En 2008 inicié una muy saludable tradición: acudir a un festival de cine de prestigio internacional al año, como mínimo. En 2008 fue el Festival Internacional de Estambul, en 2009 fue el Festival Internacional de Pusan y este año ha sido el AFI Fest. ¿Qué tienen estos tres festivales en común? Que proyectaban una película de Takashi Miike. En Estambul fue Sukiyaki Western Django, en Pusan fueron Yatterman y Crows II y en AFI Fest, 13 Assasins. Tal es la presencia de este director japonés en el circuito festivalero. Miike, un superhéroe hecho cineasta que es capaz de dirigir la friolera de 55 películas en 17 años. Lo mejor de todo es que de los 55 largometrajes, alguno puede pecar de tener un guión o un concepto flojo (a mucha gente le disgusta Yatterman), pero todas las películas del director nipón muestran virtuosismo y un diseño de producción admirable.

13 Assassins no es una excepción. Es posiblemente la mejor película de samuráis en imagen real desde que Ran de Akira Kurosawa (1985). La película es un remake de una película homónima de 1963 basada en un hecho real. En 1844, trece samuráis son contratados para asesinar al hermano del shogun, el cual es un sádico déspota protegido por 200 guerreros. Como podéis imaginar, esta película también puede ser un remake de 300 de Zack Snyder.

La película empieza con un ritmo pausado y con imágenes difíciles de ver: un harakiri, una mujer mutilada, etc. A medida que el relato se desarrolla, el ritmo se acelera y desemboca en un tercer acto maravilloso en el que 13 hombres derrotaran a 200. IMPRESCINDIBLE.


Some Days are Better than Others

Infumable película de Matt McCormick que sigue la fórmula indie a raja tabla: una fotografía muy cuidada, música a lo Explosions in the Sky, personajes neo-poperos sin éxito, y la ausencia de guionista. Esta es la típica mala película que te toca ver en cada festival. Lo único interesante es que se rodó en Portland, una ciudad que no suele aparecer en los productos audiovisuales.


Quadrangle

Este corto se llevó el premio del público al mejor corto en imagen real. Quadrangle es un documental que parece un falso documental. ¿Por qué? Por lo esperpéntico de la situación que describe: un matrimonio divorciado habla, en una pantalla partida en dos, de cómo en los setenta empezaron a vivir en cuarteto con otra pareja hasta que finalmente las parejas originales se divorciaron para casarse con el miembro del otro sexo de la otra pareja. Vamos, un intercambio de pareja permanente. Lo curioso del caso es que la directora del documental, Amy Grappell, ¡es la hija del matrimonio entrevistado! Este corto no es una obra maestra, para nada, y mucho sospecho que el premio se lo ha ganado la morbosidad del contenido, más que su calidad.

Hamill

Este biopic ganó el premio del público en la sección Breakthrough. El director Oren Kaplan nos cuenta la historia de Matt “El Martillo” Hamill, un luchador de UFC sordo. Lejos de centrarse en la carrera profesional de Hamill, la película nos relata su juventud en un pequeño pueblo de Ohio, terminando en el primer campeonato nacional universitario de lucha greco-romana que Hamill ganó representando a Rochester Institute of Technology.

Casi todos los diálogos son en lenguaje de signos y, sorprendentemente, funciona muy bien. Los actores contrarrestan sus sordera con mucha expresividad. El largometraje no es una obra maestra, pero su carácter de auto superación ha conectado con el público americano, muy receptivo a este tipo de narrativas. Hamill todavía no tiene un acuerdo de distribución, pero seguramente obtenga uno ahora con el respaldo de este premio, más teniendo en cuenta que es un biopic de una celebridad. Aún así, no le veo futuro en el mercado internacional, ya que ni el UFC ni la lucha greco-romana son deportes que se practiquen en el resto del mundo.

domingo, 24 de octubre de 2010

Algo para recordar (1993)

Al ver esta comedia romántica (una de las demasiadas que se hicieron con Meg Ryan como protagonista) no puedo evitar alegrarme. De alguna manera, las sensibilidades se han endurecido, hemos avanzado intelectualmente o simplemente hemos cambiado de gustos. Lo que está claro es que una película como Algo para recordar, dirigida por Nora Ephron (experta donde las haya del género), resultaría excesivamente ingenua o simplemente estúpida para el espectador medio de hoy en día. La comedia made in la factoría Apatow de hoy en día es denostada por muchos, pero me parece un subgénero cómico de muchísima más calidad que la comedia para mujeres de los noventa. Este género no ha desaparecido (ni estoy abogando por su extinción) pero es cierto que su presencia en las salas ha disminuido y el nivel de ñoñez se ha visto drásticamente reducido.



La disparatada línea argumental de esta película es la siguiente: Sam (interpretado por Tom Hanks) es un joven viudo de Seattle que vive con su hijo de ocho años. El día de Nochebuena, su hijo llama a un programa de radio y mete a su padre en una encerrona en la que Sam tiene que verbalizar su soledad ante todos los oyentes del país. Las mujeres americanas, que por lo que parece en esta película, se estimulan más auditiva que visualmente (lo pongo en duda…), asaltan el domicilio de Sam con misivas para poder conocer en persona al nuevo hombre de sus sueños. Aunque Sam ignora todas las cartas y empieza una relación con una mujer de su ciudad, su hijo se obsesiona con una candidata de Baltimore.

Dicha candidata no es otra que Meg Ryan, una periodista que está comprometida con un hombre al que no ama. Algún lector se estará preguntando cómo se puede contar una comedia romántica sobre dos personas separadas por miles de kilómetros cuando no había Internet (ni mucho menos Facebook o Skype). El caso es que, por muy descabellado que parezca, no solo se cuenta la historia, sino que los dos protagonistas son felices y comen perdices al final del metraje.

Lo curioso de todo esto es que, a pesar del vómito que se asoma por la tráquea durante todo el filme, Algo para recordar se deja ver. Tom Hanks es un magnifico actor y su presencia en pantalla se agradece. Además la película está cargada de referencias cinéfilas y por momentos se autoparodia a sí misma. Por desgracia, durante casi todo el metraje la directora se toma en serio la ilógica trama. Otro de los motivos por los que esta película es interesante, es por el acertado uso del grafismo para contar la historia. El mapa de los Estados Unidos es empleado varias veces para describir la distancia entre los protagonistas y también para simbolizar sus viajes.

A pesar de estas características, la película es muy prescindible. Si cae en vuestras manos y decidís verla hasta el final, puede que os quedéis con la sensación de haber perdido el tiempo. Eso sí, si ves esta película en pareja, te aseguro que habrá valido la pena.


domingo, 10 de octubre de 2010

Boardwalk Empire (2010)

Los Soprano es una de las mejores series de televisión de la historia (si no la mejor). Terence Winter es uno de los guionistas de dicha serie. Martin Scorsese es uno de los mejores directores de las últimas tres décadas (si no el mejor). Steve Buscemi era uno de los actores de Los Soprano. Con un razonamiento lógico podemos deducir que si juntamos a Winter, a Scorsese y a Buscemi en un proyecto, conseguiremos uno de los mejores productos audiovisuales que se recuerden. ¡Bendita lógica! A veces, dos más dos son cuatro. Y en este caso para HBO, esta suma va a traducirse en millones de dólares de ganancia, tweets favorables y críticas benevolentes como la nuestra.


Después de Los Soprano, muchos necesitábamos una buena serie de gangsters situados en Nueva Jersey. Se puede hablar de Boardwalk Empire como la descendiente directa de Los Soprano, pero diegéticamente estamos hablando más del abuelo de Los Soprano. La historia se sitúa en Atlantic City en el año 1920, justo la noche en la que la Ley Volstead se aprueba y el alcohol se ilegaliza. En ese momento, Nucky Thompson, tesorero de la ciudad (inspirado en el personaje real Nucky Johnson), pone en marcha toda una plataforma de contrabando de alcohol para asegurar que su ciudad no pierda la vitalidad que la caracteriza (Atlantic City es Las Vegas de la Costa Este) y que sus bolsillos sigan tan llenos como hasta ahora. Es en esta época en la que Nucky tendrá que lidiar con nuevas estrellas del juego como Al Capone. A parte de protegerse del resto de mafiosos que luchan por el control del alcohol, Nucky tendrá que jugar una dura partida de ajedrez con el Agente Van Alden, un fanático religioso de la brigada Anti-Droga del FBI.

Como veis la premisa es inmejorable: alcohol, violencia, Jazz, sombreros, damas, caballeros, corrupción y talento. El piloto fue dirigido por Martin Scorsese (el cual también es Productor Ejecutivo, junto con Terence Winter y Tim Van Paten, los cuales ya coincidieron en la creación de las aventuras de nuestro amigo Tony) y está a la altura de sus películas más importantes. Sin lugar a dudas, se puede poner al piloto en el selecto grupo que conformarían películas como Uno de los nuestros, Casino, o Infiltrados. Mi gran pregunta, después de visionar el piloto, era saber si los sucesivos capítulos estarían a la altura. La sorprendente respuesta a esta pregunta es que, no solo están a la altura, sino que tanto el capítulo dos y tres, cortesía de Van Paten, ¡son mejores que el piloto!

Los personajes de Boardwalk muestran una dureza impresionante que parece provenir del turbio pasado en la Primera Guerra mundial de cada uno de ellos. Este aspecto es quizás el menos convencional de la serie, ya que formalmente la serie respeta el lenguaje clásico. Esto demuestra mi teoría de que cuando hay una buena historia no hay que recurrir a artificios narrativos como extraños saltos en el tiempo o encuadres extraños. Es más, si tuviera que destacar un aspecto de esta serie que por ahora roza la matrícula de honor, este tendría que ser la música de la cabecera, que es un blues que no pega ni con cola que parece metido con calzador por nuestro querido Marty.


lunes, 4 de octubre de 2010

Déjame entrar (Let me in) (2010)

Amigos freakies del Mundo Mundial. Estamos de enhorabuena. La Hammer, aquella mágica productora británica que redefinió (y bautizó) el género del terror, ha vuelto. A mediado de los ochenta, la productora dejó de producir. Después de cambiar de manos varias veces, finalmente un grupo de inversores se decidió a relanzarla hace dos años, y como primer proyecto han elegido este remake de la muy exitosa película sueca Déjame entrar. Si este remake supera el original o no, no lo puedo decir pues no he visto la producción sueca. A tenor de los comentarios, Déjame entrar (Let Me In), sin ser una mala película (¡ni mucho menos!), no es tan buena como el largometraje en el que se basa. Aún así, esta obra es el primer estreno de la Hammer en casi 30 años y eso ya es motivo más que suficiente para que nos alegremos.



Owen es un chaval de 12 años que está en el punto de mira de los matones de su colegio. Sus padres se están divorciando y la auto confianza del joven está muy debilitada como para poder oponer cualquier tipo de resistencia. No obstante, su vida cambia cuando una nueva y misteriosa vecina. Abby, que así se llama la chiquilla (interpretada por la nueva estrella infantil del momento, Chloe Moretz), tiene una extraña aversión al sol, no siente frío, posee fuerza sobrenatural y bebe abundantes cantidades de sangre. Efectivamente, es una vampiresa. Como en toda historia de vampiros de calidad, el ser sobrenatural se enamora, pero en este caso tenemos una historia de amor preadolescente (excepcionalmente descrita por la cámara del director Matt Reeves).

Uno de los puntos a destacar de esta producción es el uso de la cámara y del fuera de campo. Reeves ha tomado nota de los maestros de la tensión y consigue ponernos los pelos de punta enseñándonos muy poco. Especialmente memorable es un accidente de circulación que se muestra en un solo plano (¿secuencia?) desde el interior del coche. Para mi es uno de los mejores planos que he visto en muchísimo tiempo. Otra convención con la que el director rompe sabiamente es con el mecanismo mirada-objeto mirado. Muchas veces veremos como reacciona el personaje sin saber ante lo que está reaccionando, y la habilidad de Reeves para utilizar este recurso en su justa medida hace que el suspense no se convierta en irritación.

La película tiene un par de sustos, pero no es una película de terror de sustos. Es más bien una película con un ritmo pausado que recuerda a Thirst de Chanwook Park. El ritmo pausado, el objetivo centrado en el espacio vacío y la nieve (hay pocas combinaciones de color más sugerentes que el blanco de la nieve y el rojo de la sangre) hacen que el estado anímico del espectador bascule entre la calma y la tensión. Esta ruptura (solo en apariencia) de las convenciones del género de terror contrasta violentamente con la banda sonora, que exagera los modos de la partitura para largometraje de terror. Todo lo dicho anteriormente hace de Déjame entrar (Let Me In) una película cuyo visionado recomiendo, aunque supongo que muchos pensarán que es más recomendable el visionado de la película sueca en la que se basa.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Rojos

El otoño ha comenzado y se nota en las parrillas televisivas. Grandes series del verano como Entourage, nos han dejado hasta el año que viene, con los dientes largos por ver cómo termina la serie en los escasos 6 episodios que formarán la ultima temporada. Otras series que hemos comentado en este blog, como Glee y Smallville, ya han regresado para entretener a los televidentes hasta el verano que viene. Glee intentará asentarse y convertirse en un clásico de la cultura popular, y la verdad es que parece que va camino de ello. Por su parte, Smallville regresa con su décima y última temporada para intentar cerrar todas las tramas y contestar la pregunta que todos los freakies nos hacemos: "¿Veremos a Tom Welling con mallas y capa surcando los cielos?" La otra serie que aquí vamos a seguir es Boardwalk Empire, protagonizada por Steve Buscemi y que es la gran apuesta del año de HBO. El piloto ha sido dirigido por el sensacional Martin Scorsese y la verdad es que es una gozada. Tras ver el piloto creo que Los Soprano y The Wire tienen sucesor. Dejaré pasar unos cuantos episodios antes de publicar una reseña aquí.

Rojos (1981)

Rojos, dirigida por el actor Warren Beatty, es un biopic sobre el matrimonio formado por los periodistas John Reed y Louise Bryant (interpretada por Diane Keaton). Ambos fueron activistas comunistas y feministas a principios del siglo pasado. El extensísimo largometraje, de 200 minutos de duración, combina la entrevista documental (con personajes reales, aunque en un principio parezca que sea un falso documental) con la narrativa más convencional. John Reed es conocido por su crónica de la revolución bolchevique, Diez días que estremecieron al mundo, y la segunda parte del largometraje está casi totalmente situada en la Unión Soviética, convirtiendo a este filme en una especia de réplica épica a Doctor Zhivago. Comparando ambas obras, producidas en un lapso de tiempo de 16 años, diría que Rojos es ligeramente superior, aunque el filme de David Lean tenga un mensaje político con el que simpatizo más y una banda sonora magistral (este aspecto quizás sea lo más mejorable del largometraje de Beatty).



Comentar una obra con un talante político tan acentuado sin comentar la política en sí es muy difícil, así que ni siquiera voy a intentar censurarme (gran mentira, pues todo comunicador se autocensura de una manera u otra) para intentar agradar a todos los lectores. La primera parte de la película, situada en su mayoría en EE.UU. parece una parodia de los simpatizantes de la izquierda durante la Primera Guerra Mundial. Dicha sátira me parece que no ha envejecido, y que es totalmente aplicable a los rojillos de hoy en día. Al fin y al cabo, tanto John Reed como Louise Bryant provenían de familias muy adineradas y pretendían decirles a las clases trabajadoras lo que debían pensar y desear, sin ellos querer rebajar las prestaciones materiales de su vida. Así, la primera parte del largometraje discurre entre playas, chalés, apartamentos en el Greenwich Village de Manhattan. El alcohol, las drogas, el sexo sin compromiso y el seudo-arte de dudosa calidad fluían caudalosamente por la vida de estos modernillos de principios de siglo pasado. Como veis, en algunos aspectos, las cosas no han cambiado tanto. Antes incluso de que existieran los hippies y el Che Guevara hubiera nacido, ya había pijippies. Eso sí, a diferencia de hoy, dichos pijippies no tenían look de perroflauta, sino que vestían traje y corbata, y eso en sí ya los hace menos desagradables. Cerraré el comentario de esta primera parte con el testimonio de uno de los entrevistados en la película: “Todo aquel que pretende arreglar los problemas del mundo es que no tiene problemas propios”.

Al final de la primera parte de la película, John y Louise se van a Rusia a cubrir la Revolución Bolchevique. Ambos se convierten en autoridades literarias y el mundo escucha lo que ellos escriben. Es en esta parte donde Warren Beatty me hace un regate y me rompe la cintura, porque las hermosas imágenes facturadas por Vittorio Storaro (se llevó el Oscar a la mejor fotografía merecidamente) parecen transformarse en una oda a la Revolución Rusa. No obstante, si algo me queda claro de esta película, es que tanto John como Louise eran unos románticos que se estrellaron contra un sistema, como el comunismo, que es lo más antitético al Romanticismo que hay. Lo más curioso es que, esta parte del filme, que choca más con mis ideales políticos, me parece mejor que la primera parte. Hay que reconocerle a Beatty que, al utilizar dos puntos de vista, quizás haya logrado narrar la historia de la manera más neutral posible. Por otra parte, quizás todo esto lo esté construyendo yo en mi cabeza.

Con esta obra, Beatty se hizo con el Oscar a mejor director, y creo que gran culpa de ello tiene la diversidad formal del relato. Este es el único largometraje que yo haya visto que combine la ficción y la no ficción de esta manera. Insertar testimonios en la ficción es ya casi una técnica convencional, pero dichos testimonios son siempre ficticios, provenientes del falso documental. En este caso, los testimonios son reales y tampoco es que sigan o guíen los designios de la ficción del largometraje. Es casi como si estuviéramos viendo dos piezas sobre un mismo tema a la vez y fuéramos alternando de una a otra. Así, estamos viendo 3 películas en una (la ficción, fraccionada en dos partes bastante independientes la una de la otra, y la no ficción). Es por eso que la película es excesivamente larga para verla cansado, pero aún así me parece muy recomendable.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Nadie sabe nada (los secretos del cine) (2006)

Esta obra dirigida por Bill Couturié, producida por la cadena de televisión por cable HBO (repitan el mantra conmigo: “HBO, guíanos por el camino de las bienaventuranzas…), trata de encontrar un sistema de reglas que pueda determinar el éxito o fracaso de una película. La conclusión a la que el realizador y los espectadores llegamos, fielmente reflejada en el título español, es que nadie sabe nada. Pregúntenle a los gurús de la economía y todos te dirán lo mismo: a todas las industrias se les pueden aplicar las mismas reglas menos a la industria del entretenimiento. Personalmente, opino que la singularidad de esta industria reside en que es la industria con la mayor densidad de ego del mundo.

El documental da voz prácticamente a todos los estamentos del cine. Por un lado tenemos a actores como George Clooney (el cual declara que hace películas como Ocean’s 11 para poder hacer películas como Buenas noches y buena suerte), a directores como Sydney Lumet, a críticos como Peter Bogdanovich, ejecutivos como Alan Horn o productores como Robert Evans. Se echa de menos la opinión de los que originan la magia del cine, los guionistas.

Al principio del metraje se habla sobre los orígenes del término blockbuster y se dice que Tiburón fue el inicio de toda esta locura de éxitos de taquilla veraniegos. Lo curioso es que, según los responsables de la producción, el resultado final fue totalmente fortuito. El tiburón mecánico que construyeron no funcionó durante la mayor parte del rodaje, así que tuvieron que ingeniar mecanismos visuales y narrativos para enseñar algo que no estaba ahí. De esta manera, una película cuyos productores pensaban que sería un auténtico fracaso, terminó convirtiéndose en el primer blockbuster veraniego de la historia.

Y así hemos seguido, avanzando hacia una época en la que no solo tenemos blockbusters de verano, sino que también los tenemos de navidad (Avatar). Este documental, rodado en 2006, se queda un poco desfasado. Así son los tiempos en los que vivimos, en 4 años la industria ha introducido los blockbusters en 3D y la piratería se nota mucho más.

A nivel formal, este documental no es más que una película de entrevistas e imágenes de archivo, con un muy televisivo estilo de montaje. No es de extrañar, pues ese era el medio al que iba destinado. Aún así, más que un defecto, veo esto como una virtud, ya que, aparte de no aburrir, me resulta interesante discutir la industria cinematográfica desde el lenguaje televisivo, que a todos nos queda claro que está siendo más efectivo a la hora de enganchar a los espectadores que la pantalla grande.

Tuve la suerte de comentar esta película con su Director de Fotografía, Stephen Lighthill. Obviamente, en un documental de estas características, el no tuvo mucha libertad creativa, pero lo más curioso de la producción fue el hecho de que se pagaron 2 millones de dólares solo los derechos de las imágenes de archivo. Se llegó a la absurda situación en la que Warner le cedió los derechos a HBO como si fuera una empresa cualquiera, aunque ambas pertenezcan al mismo grupo empresarial, TimeWarner. Si estas prácticas absurdas son la norma en Hollywood, no me extraña que no haya manera de entender o predecir los resultados de un largometraje en taquilla.


lunes, 13 de septiembre de 2010

Thirst (2009)

La última película de Chan-wook Park es, como toda su filmografía, interesante temática y formalmente. Si Thirst es un buen ejercicio cinematográfico o si es solo una película interesante no lo tengo claro. Lo cierto es que ver a un cura teniendo relaciones sexuales es de por sí llamativo, y si a eso le sumamos que dicho cura, protagonista del largometraje, es también un vampiro, pues podemos flipar. El problema es que, a pesar del barroquismo de su enfoque, parece que Park no ha sabido aprovechar todo el potencial de la premisa.



El Padre Hyun está cansado de ver cómo sus párrocos le piden ayuda en su lecho de muerte sin que él pueda hacer nada. Por ello se inscribe en un programa experimental para obtener una vacuna para el Virus Emmanuel. El experimento falla y todos los pacientes mueren menos el cura. Después del experimento, parece que las plegarias del Padre Hyun salvan a los enfermos moribundos. No obstante, no hay bien que por mal no venga, y el Padre Hyun desarrolla un deseo incontrolable por la sangre y el sexo y una alergia a la luz solar. Como todo buen vampiro, Hyun se enamorará de una mujer, que no es otra que la mujer de uno de los enfermos a los que cura.

Thirst es una historia de vampiros que a veces provoca sonrisas (nunca carcajadas) y que otras veces provoca incomodidad ante lo explícito de sus imágenes. Park ya ha demostrado que es un cineasta que conoce perfectamente el lenguaje fílmico y lo que cada elemento puede provocar en el espectador. La fotografía es excelente y los movimientos de cámara son una delicia. Sobretodo los movimientos de grúa, que son mucho más efectivos que las steady cams que estamos acostumbrados a sufrir en el 90% de las producciones actuales. Los efectos visuales están bien empleados, aunque a veces pecan de un exceso de estilismo y una falta de verosimilitud, para mi gusto. Debido al exceso de efectos visuales, la película parece excesivamente televisiva por momentos, abusando de secuencias de montaje a lo videoclip. Por otro lado, la música está utilizada con oficio y la partitura es bastante bella.

La principal razón por la que esta película no es una obra maestra (tiene potencial de sobra para serlo) es el ritmo. La trama se pierde por momentos y Park fija su atención en aspectos que quizás no son muy interesantes y que dificultan que el espectador siga la trama. Hay una determinada parte del largometraje en la que no queda muy claro si estamos viendo algo real o una alucinación, y si es una alucinación, no sabemos quién la está sufriendo. Esta secuencia, muy graciosa por momentos, pierde más al espectadores que otra cosa. El largometraje tiene un metraje de 133 minutos, 15 de los cuales se podría prescindir para agilizar la narrativa.

No obstante, Thirst es una película cuyo visionado recomiendo por diversas razones. La primera es por ver como evoluciona uno de las cinematografías más interesantes de la última década, como es la coreana, y con ella Chan-wook Park, su máximo exponente junto con Joon-ho Bong. Por otra parte está la temática de la obra. Debajo de una máscara de género de fantaterror, se dejan ver temas tan universales como los triángulos amorosos y la pulsión entre el deseo y el auto control, ingeniosamente representadas en la figura del cura. Si lo que yo os digo no os provoca el interés necesario para ver esta obra, quizás el hecho de que ganó el Premio del Jurado en Cannes en 2009 os anime. 

lunes, 6 de septiembre de 2010

Fuego de juventud (1944)

Repasando la lista de las 10 mejores películas de deportes según el American Film Institute me encuentro con esta muy prescindible película. Me extraña mucho que dicho largometraje se incluya en esta lista, pero igual es que no se han hecho muchas buenas películas de deportes en la historia del cine. Aún así, se me ocurren dos películas de temática deportiva como Titanes, hicieron historia (B. Yakin, 2000) o Una mala jugada (S. Lee, 1998), ambas muy superiores a Fuego de juventud, pero ausentes en la lista. La sorpresa es mayor cuando al repasar la ficha técnica del largometraje dirigido por Clarence Brown veo que la Academia consideró que este trabajo era digno de dos estatuillas y 5 nominaciones. Sorprendentemente, uno de esos Oscars fue para el montaje, aspecto que para nada destaca de esta obra. El otro premio se lo llevó la actriz de reparto Anna Revere, que interpreta a la madre de la protagonista.



Velvet es una chica de 12 años que, por alguna extraña razón, está obsesionada con los caballos. Dicha obsesión parece tener matices eróticos por momentos y, por supuesto, pone en duda la salud mental de la muchacha. Un día, un vecino de la localidad inglesa donde vive la protagonista se compra un caballo bastante indisciplinado que pasa a ser el oscuro objeto del deseo de la pequeña. En ese mismo momento en el que Velvet se enamora, conoce a Mi (Mickey Rooney), un mozo que oculta su pasado y sus conocimientos hípicos pero que, de alguna manera, está relacionado con la madre de Velvet. Desde ese momento, Mi pasará a ser uno más de la familia y ayudará a Velvet a conseguir su meta, que no es otra que apropiarse del caballo, de nombre Pie, y hacerle ganador del National Grand Prix.

El largometraje es infumable en la mayoría de su metraje por muchas razones. Una de ellas es la falta de autenticidad y verosimilitud. Se supone que la historia está situada en un pueblo costero de Inglaterra, pero todos los actores hablan con un perfecto (y poco atractivo) acento americano. Por otra parte, nos encontramos en la década de los 20 (que en Inglaterra era de todo menos violenta) y la manera de comportarse de todos los personajes provoca que desee abofetearles sin piedad. El exceso de ñoñería es vomitivo, pero supongo que así es como queríamos que actuaran nuestros hijos en los años 40. La actriz Vanessa Williams dice que esta película es de sus favoritas porque podía identificarse con la relación entre Velvet y Pie. Yo, por el contrario, no soy capaz de entender por qué un ser humano quiere compartir su mundo con un animal de otra especie, a pesar de haberme criado con un perro y un gato. Somos la única especie que lo hace…

Si por algo salvo esta película de la quema, es por una memorable carrera casi al final del metraje. Está rodada con maestría y se crea una gran tensión. Si dicha emoción es más propia de la equitación que del cine no lo tengo claro. Aún así, mi conclusión es la siguiente: A no ser que sea usted un amante de los caballos, si se encuentra con este largometraje, pase de largo. El mundo está lleno de cosas más interesantes que hacer que ver esta película.


domingo, 29 de agosto de 2010

Hechizo de Luna (1987)

Que una película utilice una gran canción como "That’s Amore" en su banda sonora ya es razón para que dicho largometraje goce de mi beneplácito. Pero si dicha canción es utilizada en los créditos de inicio, el efecto ya es superlativo. Dicha película pasa automáticamente a una lista de películas especiales que hacen que te sientas bien desde el primer al último fotograma. A lo mejor dicha película no es una obra maestra, pero da igual, esa canción ya ha provocado que vea esa película con otros ojos. Y sí, la película tendrá sus defectos, pero si el realizador decide terminar también con esta obra maestra del inmortal Dean Martin, dichos defectos desaparecerán de mi memoria. Así es Hechizo de Luna.



El filme dirigido por Norman Jewison narra cómo Loretta (sorprendentemente bien interpretada por la cantante Cher), una prematura viuda italo-americana decide volver a casarse con Johnny, un cuarentón inmaduro al que Loretta trata más como un hijo que como un amante. Esa misma noche, Johnny viaja a Italia para despedirse de su madre moribunda, pero antes de hacerlo le pide a Loretta que invite a la boda a su hermano Ronny (Nicholas Cage), con el que lleva 5 años enfrentado. La caprichosa fortuna, o la mágica luna llena hará que Loretta y Ronny se enamoren perdidamente.

Hechizo de Luna es una comedia romántica repleta de pequeños momentos memorables. Esos momentos son los propios de la vida cotidiana de una familia italiana normal en Nueva York. Que sí, que la Mafia es muy interesante y tiene un encanto especial, pero no todos los italo-americanos están en ella (la mayoría se mantienen al margen). Aún así, las tradiciones de la familia italiana, en contraste con la veloz sociedad de Nueva York, provocan momentos muy interesantes y más cómicos todavía. No es casualidad que el guión se llevara un Oscar.

Las interpretaciones son un elemento a destacar, tanto en lo positivo como en lo negativo. Cher, de origen armenio, pasa perfectamente por italiana y su acento está muy logrado, a pesar de haberse criado en California. De hecho, su excelente interpretación le valió una codiciada estatuilla. Olimpia Dukakis, que interpreta a la madre de Loretta, también se llevó un Oscar a la mejor interpretación de una actriz secundaria. En el polo opuesto se encuentra Nicholas Cage, en uno de los peores papeles que le he visto. Siempre me ha sorprendido la fama de mal actor que persigue al “sobrino”. No es que sea un actor genial, pero las películas en las que ha participado en los últimos 10 años las ha soldado con un aprobado la mayoría de las veces. No obstante, creo que esa mala fama se la ha ganado en los inicios de su carrera gracias a nefastas interpretaciones como esta.

Si en una de estas noches de verano la luna se esconde y las terrazas de los bares no le parecen atractivas, póngase esta película. Le aseguro que después de verla se verá invadido por un bienestar misterioso, y es que, cuando la luz de la luna te golpea el ojo como una gran pizza…

lunes, 23 de agosto de 2010

Solo ante el peligro (1952)

Si hablamos de Solo ante el peligro hablamos de una de los largometrajes más eficientes de la historia. Entiendo por eficiente la capacidad de desarrollar una trama y provocar el máximo de emociones en el espectador con el menor metraje posible. Este western dirigido por Fred Zinnemann es capaz de provocar empatía por el personaje principal (interpretado por el mítico Gary Cooper) a la vez que asco por la ciudad a la que dicho personaje se siente obligado a proteger. Pero por encima de todo, lo que se siente al ver esta película, sobre todo en el último acto, es tensión. Siempre se habla de Hitchcock como el maestro del suspense en el cine clásico, pero me parece que la utilización que  Zinnemann hace de este elemento es la cumbre de esa técnica narrativa en el periodo clásico.

Esta película del Oeste, ganadora de cuatro Oscars (actor principal, montaje, banda sonora dramática y canción), cuenta la historia del día de la boda del Mariscal Will Kane casi en tiempo real. Poco después de casarse con Amy (la siempre impresionante Grace Kelly), un Will Kane que ha renunciado a su trabajo debido a las convicciones religiosas de su mujer (era cuáquera, y como tal, no cree en la violencia), se entera de que el delincuente Frank Miller, supuestamente condenado a muerte, se dirigía a la ciudad para saldar cuentas con el mariscal. ¿Qué tiene Miller contra Kane? Un gran resentimiento ya que Kane fue el que atrapó a este notorio forajido. Desoyendo el consejo de sus amigos, Kane decide quedarse en el poblado ya que su sustituto no llegará hasta el día siguiente. Con unos cuantos hombres, Kane se siente más que capacitado de controlar la situación. El problema es que, después de cinco años de gran servicio para con la comunidad, esta le da la espalda y nuestro querido pistolero se ve sólo ante cuatro bandoleros.



Uno de los aspectos más interesantes de esta película es el tiempo. La película tiene un metraje de 84 minutos, y la historia dura más o menos lo mismo. Cuando Will y Amy se casan, es un poco antes de las 11 y el tren en el que llega el forajido llega a la ciudad a las 12 del mediodía. Estos detalles son evidentes al espectador gracias a los importantes primeros planos del reloj que Zinnemann se encarga de seleccionar de vez en cuando. Obviamente asistimos en ciertos momentos a una dilatación o contracción del tiempo, pero lo que queda bastante claro, es que no hay ninguna elipsis en el relato. En este sentido, el uso del montaje alterno es capital para que el filme funcione. No es extraño que el montaje le valiera una estatuilla a esta producción de Stanley Kramer.

Como tampoco es extraño que la genial partitura del ucranio Dimitri Tiomkin se llevara dos estatuillas. La canción “The High Noon”, que ganó el premio a mejor canción, es la base sobre la que se sustenta toda la banda sonora. Tiomkin es capaz de utilizar la melodía principal de esta balada como un muy recurrente leitmotiv sin cansar al espectador. Esta gran composición, unida al gran trabajo de los montadores Elmo Williams y Harry W. Gerstad, ayudan a construir una de los mejores montajes que yo he visto en la última parte del filme. Amigos lectores, no se me ocurre mejor manera en la que invertir 84 minutos de su vida que con esta obra maestra. 


domingo, 15 de agosto de 2010

Qué bello es vivir (1946)

Cuando hablamos de Qué bello es vivir hablamos posiblemente del largometraje que posee la última escena más catártica de la historia del cine. Resulta casi imposible comentar dicha escena sin revelar detalles de la trama que fastidien la película a aquellos lectores que no la hayan visto todavía. No obstante, diré que la felicidad que siente George Bailey (James Stewart) al final de la película al darse cuenta de lo bello que es vivir (el reconocimiento o anagnórisis de la que hablaba Aristóteles en La Poética) es muy contagiosa.



George Bailey ha sido siempre el chico bueno al que le ha tocado sacrificar sus ambiciones a favor de los deseos de los demás. Él es el buen samaritano que sería capaz de concederte su chica si sabe que tú la amas la mitad de lo que él la ama y que le vas a dar una mejor vida. Y así es como, George, que siempre ha tenido un objetivo muy claro en la vida (el viajar y dedicarse a construir edificios por todo el mundo), tendrá que ver cómo todo el mundo consigue sus objetivos gracias a que él, precisamente, no consiga los suyos. Así no se irá de viaje para hacerse cargo de la financiera que su padre regentaba y de esa manera asegurarse de que la clase obrera de su ciudad pueda seguir teniendo un nivel de vida aceptable. Más adelante, tendrá que renunciar a su viaje de bodas a causa de una crisis financiera, haciendo los préstamos de su propio bolsillo, acabando con todas las posibilidades de salir de la ciudad que tanto le oprime.

Pero todo tiene un límite, hasta la resignación de George. Cuando después de ser el que ha tenido que pringar por todos, la mala suerte se ceba contigo, es muy fácil perder los papeles. Suerte que Dios y San José, que todo lo miran, envían a un ángel a la Tierra para salvar a George. Es muy curioso cómo al principio de la película, se resuelve el diálogo entre Clarence, el ángel, Dios y San José con un plano del espacio exterior. Así, Dios sería una constelación, San José otra y Clarence una pequeña estrella. Cada vez que habla uno de estos personajes, la intensidad lumínica del cuerpo celeste que los representa aumentará al ritmo del parlamento. Este es un recurso semiótico que aplaudo por su originalidad y eficacia.

La estrategia del ángel se basa en enseñarle a George cómo sería la vida de sus conocidos si él no hubiera nacido. Es curioso cómo todos los gurús de la sociología moderna no se cansan de hablar del poder de las redes sociales como si fuera algo nuevo. La tesis de todos estos comunicólogos dice que todos estamos más relacionados de lo que pensamos y que no somos conscientes de hasta qué punto influenciamos y somos influenciados. Bueno, la tesis de Frank Capra, director y uno de los coguionistas de esta obra es la misma, aún cuando en esa época no había Internet, ni mucho menos facebook.

Qué bello es vivir es una película de Navidad con un marcado mensaje cristiano y una moralina que puede repeler a muchos. Por supuesto que, como toda la filmografía de Capra, trata de anestesiar el malestar de las clases trabajadoras americanas y perpetuar el sueño americano. En cierto modo, se puede considerar que el cine de Capra es propagandístico y quiere inculcarnos la idea de que el sufrimiento de los seres humanos en la Tierra no es tan grande como pensamos y que agradezcamos que estamos vivos aunque nuestra vida sea una mierda. Todo una defensa hacia el conformismo que no comparto pero que sin embargo ha provocado que en pleno mes de Agosto me emocione con una película de Navidad. Además, creo que me he enamorado de Donna Reed.