jueves, 29 de octubre de 2009

El turista accidental

“I can’t live, with or without you” dice uno de los muchos éxitos de la banda irlandesa U2. Esta frase describe el sentimiento que muchos seres humanos sienten hacia otra persona. Además, estos dos versos describen el tema de la película de Lawrence Kasdan, El turista accidental. Los tres personajes principales de esta película, el triángulo amoroso formado por Macon (William Hurt), Sarah (Kathleen Turner) y Muriel (Geena Davis), sufren de este particular estado de ánimo. Cuando Macon y Sarah están juntos, ambos son infelices. Cuando están lejos uno del otro, Sarah sigue siendo infeliz. Por otra parte, cuando Macon y Muriel están juntos, Macon es feliz, pero Muriel no lo es, y cuando están separados, Macon es infeliz y Muriel recupera su excéntrico buen humor. Las relaciones humanas son difíciles, muy difíciles, y esta película es capaz de describir este rasgo de la condición humana notablemente.

Pero, a pesar de todo esto, el largometraje de Kasdan está lejos de ser una obra maestra o incluso una película cuyo visionado recomiende. Uno de los defectos, en mi opinión, es la duración. Kasdan debería haber reducido la duración a 90 minutos, porque en realidad, no hay mucho que decir acerca de un triángulo amoroso y la película termina siendo aburrida. Me hubiera gustado más la película si Kasdan hubiera profundizado en la familia de Macon. Las escenas con estos personajes extraños y excéntricos son las mejores y más cómicas de la película. Tal vez el principal error de esta película es intentar ser una tragicomedia (para ser sincero, no estoy seguro de si los gags cómicos eran intencionados o si la intención del director era producir un drama y esos encantadores momentos eran sólo accidentes) en vez de ser una comedia.

La partitura de John Williams, llena de belleza (como cualquier partitura ideada por la mente de este compositor maravilloso) si la aislamos de la película, suena demasiado a cliché si se combinan los sentidos visuales y auditivos. Es demasiado grandiosa y brillante para el ambiente minimalista de la película, que también es un muy oscura.

Una cosa que no entiendo es cómo Geena Davis fue premiada por su actuación con un Oscar. 1988 debe haber sido un año bastante malo en lo que a actuaciones secundarias se refiere si esta era el mejor. No me creo ni entendiendo a su personaje en ningún momento, pero por otro lado, debo decir que, como hombre, no tengo ningún talento para entender a las mujeres.

La muerte del hijo de los Leary no está totalmente desarrollada en la película, y esto hace que cualquier referencia a este hecho resulte un pegote. Funciona como un detonante que pone en movimiento la historia, pero o bien debería haber permanecido como un simple mecanismo narrativo, o bien debería haber tenido más peso narrativo a medida que se desarrolla la historia. El personaje del niño francés que le recuerda a Macon a su difunto hijo al final de la película es inútil e incapaz de producir ningún efecto. Todas las características nombradas impiden que esta película sea mala, pero también que sea buena.

jueves, 22 de octubre de 2009

Porque la vida puede ser maravillosa

Hace ya casi una semana que nos ha abandonado Andrés Montes, y desde este espacio, llamado Paraíso del Freaky, nos parece una obligación hacerle un pequeño homenaje al comunicador de las pajaritas y americanas imposibles. Mi relación con él empezó, como la de muchos otros, a través de los partidos de la NBA en Canal +. Yo empecé a verlos en el 98, cuando a un amigo mío se los grababa su tío en VHS y los veíamos en el periodo de tiempo entre la finalización de la jornada escolar y el comienzo de los entrenamientos de baloncesto. Recuerdo nuestras carcajadas con los motes de Montes y como, una vez finalizado el partido, nos íbamos a entrenar imaginando que Montes iba a comentar nuestros movimientos.

Tanto gusto le cogí a su voz, que me hice con una copia del videojuego NBA Live 98 para seguir escuchándole. Tenía 12 años y la vitalidad de sus comentarios dejaba su impronta en mí. Me convertí en su imitador, me pasaba los entrenamientos de baloncesto repitiendo sus frases para divertimiento de algunos y disgusto de otros. Si alguien tiraba una piedra gritaba "¡Wilma, ábreme la puerta!"; cada vez que yo tiraba un triple decía "¡Triiiiiiiiiple...!" y la mayoría de las veces terminaba con un "¡...que no entra!"

A Montes le agradezco su esfuerzo por no caer en la redundancia en la que caen el 99% de los comentaristas deportivos. Nuestros ojos ya nos dicen lo que está pasando en el campo. La labor del comentarista es aportar ese valor añadido que no podemos obtener por nosotros mismos, y eso Montes lo supo entender. No era el periodista con los más amplios conocimientos tácticos (al menos en fútbol, porque en baloncesto nadie le podía toser) pero el se dio cuenta de que lo suyo era darle la emoción y el humor a lo que se veía a través de la pantalla.

Muchos detractores se quejaban: "¡Es que habla de todo menos de fútbol!" Para mí esa fue siempre una gran cualidad de Montes. Montes se convirtió en un gurú de la cultura pop (y no tan pop), dando a conocer a artistas desconocidos para muchos (la mayoría del sello Motown), fusionando el imaginario del fútbol con el del star system hollywoodiense, creando a grandes personajes como Humphrey Xavi Bogart, o simplemente dejando entrever que los comentaristas también son personas, y como tales, les encanta comer o hacer porras.

El estilo de Montes fue tan personal que fue incapaz de crear escuela. Algún que otro comentarista le ha copiado algún mote, pero la ejecución está exenta de cualquier gracia. Nadie se ha atrevido a intentar hacer lo que él hacía. A pesar de todo esto, el periodista de ascendencia cubana estaba en el paro. Con asombro me doy cuenta de que nadie ha mencionado una cosa fundamental: Montes es la primera víctima de la Guerra del Fútbol. Una supuesta guerra en la que, de puertas afuera, las dos partes se encuentran en posturas diametralmente opuestas pero que, de repente, son capaces de silenciar el conflicto y llegar a un acuerdo, como si aquí no hubiera pasado nada, para posteriormente volver a alzar las armas. ¿Soy el único al que le da la impresión de que todo esto era un teatro y que estaba todo pactado? Así, laSexta, que en principio no iba a emitir fútbol en abierto, decidió no renovar a Montes.

Mientras escucho Doing it to death del reverendo James Brown, pienso que es hora de terminar este artículo, porque tampoco tengo tanto que decir, ya que yo jamás conocí a Montes. Hay mucha más información en la red, con más contenido y mejor redactada. Aún así, le digo a Andrés Montes lo siguiente: gracias por hacer que la vida fuera maravillosa durante 90 minutos cada sábado.


domingo, 11 de octubre de 2009

Festival Internacional de Cine de Pusan, Corea del Sur: La cronica

El Festival Internacional de Cine de Pusan continúa aunque nosotros nos hemos visto obligados a disfrutar solo del primer fin de semana. En total, hemos visto 7 largometrajes en 3 días. Unos de gran calidad y otros totalmente deplorables. La sensación general que nos provoca el festival es que es un gran evento, a la altura de las grandes citas internacionales y que tiene un catálogo de más de 300 películas para todos los gustos. Retomando el apunte que dejamos la semana pasada sobre el impacto del cine en español en Asia, diremos que Paraíso del Freaky fue el único medio de comunicación en español desplazado al festival. Aunque somos conscientes de que este festival coincide con una fecha tan importante como Sitges, reafirmo mi opinión: El mundo hispano debe dejar de dar la espalda a Oriente y asumir que es un mercado tan válido como otro cualquiera y que, no lo olvidemos, es el motor de la supuesta recuperación económica.

El primer día fue caótico. El festival tiene cinco sedes, algunas de ellas bastante lejos las unas de las otras. Después de hacer una ronda de reconocimiento por todas las instalaciones, nos dispusimos a conseguir las entradas. Aquí vino el primer chasco del día: The city of life and death, flamante ganadora de San Sebastián, tenía el aforo completo un día antes de su proyección. Conseguimos nuestra entrada para la única película que veríamos ese día, ya que las proyecciones de la sección Midnight Passion estaban agotadas también.

La película que vimos fue Yatterman, de mi admirado Takashi Miike. Pero antes de hablar de la película en sí, hablaré de en qué condiciones disfruté de su visionado. En el ticket ponía que la proyección se realizaría en un teatro al aire libre y que habría un concierto antes de la película. Lo que más nos preocupaba era la hora de la proyección. A las 19:30 puede hacer bastante frío para ver una película al aire libre. Llegamos al recinto y nos encontramos ante una atmósfera más propia de un festival de música que de un festival de cine. En el recinto había unas 10000 personas disfrutando de los productos de laboratorio musical típicos de la industria musical coreana (una industria definitivamente lamentable y vomitiva). El concierto duró una hora y ante nuestros ojos desfilaron seudoartistas que carecen de cualquier interés para los distinguidos lectores de este blog. Sólo voy a decir que al lado de esta gentuza, Justin Timberlake es Serrat. Entre actuación y actuación, se utilizaba la pantalla gigante para proyectar spots de televisión. Después de soportar los gritos histéricos de preadolescentes con las bragas húmedas, se terminó el concierto, se vació el recinto prácticamente, y comenzó la película, que era a lo que habíamos venido. Esta iniciativa hubiera sido resultado interesante si la gente se hubiera quedado a ver la película, pero me parece que resulta siendo contraproducente, ya que de hecho, este tipo de evento no acerca el cine a la gente. Este evento provoca que los que de verdad hacen que el festival sea posible, los espectadores cinéfilos, se cojan un cabreo considerable por perder tiempo ante unos mentecatos que no saben distingir un Do de un Sol.



Miike es un referente obligado para cualquier freaky y nunca decepciona. En este caso presentó Yatterman, una adaptación de una serie de animación de los años 70, dentro de la sección Open Cinema. Lejos de querer adaptar los códigos semióticos de la animación al lenguaje de la imagen real, Miike se propone exagerar esos códigos para crear una parodia deliciosa muy subida de tono. La primera consecuencia de esta apuesta es que el espectador puede tardar mucho en saber en qué terreno de juego se encuentra y meterse en la historia. Los espectadores más conservadores posiblemente jamás se lleguen a meter, lo que explica el gran número de personas que abandonó la proyección transcurridos 10 minutos. La trama, que es deliberadamente mala y cargada de convencionalismos, sirve como vehiculo conductor de unos sketches excelentes. Todo esto viene acompañado de un estilo visual apabullante que jamás apuesta por el realismo y que se inspira en míticas series como Bioman o Power Rangers. Como en casi todas sus obras, Miike vuelve a excederse con el metraje, aunque el frío que empezaba a calar en mis huesos quizás tenga mucho que ver con esta percepción.



En el segundo día pudimos ver tres filmes. La primera película fue Tears, un drama con tintes de thriller (¿o se tratará de un thriller dramático?) de nacionalidad taiwanesa que se presentaba en la sección A window on Asian Cinema. El director Wen-Tan Cheng comienza el largometraje con un arranque poderosísimo, cargado de una violencia consentida que sobrecoge al espectador. Por desgracia, el ritmo de la cinta decae después del intenso inicio, aunque deja cosas bastante interesantes que analizar. Sin ningún tipo de duda, lo mejor de la película es su protagonista, un policía corrupto que acepta su rol en el mundo con estoicismo y que lleva más de 10 años sin llorar. Visualmente, la película tiene un montaje y unos encuadres interesantes, aunque las transiciones entre escenas no están al nivel.



Un error a la hora de recoger las entradas propició que la segunda película del día fuera una que no tenía ningún interés en ver: la italiana Rumore Bianco. Esta película de género o formato inclasificable, más cercana al video arte que a cualquier otra disciplina audiovisual, formaba parte de la sección Wide Angle. Se trata de un poema visual dedicado a una región del norte de Italia. Esta película me hizo reflexionar sobre cómo el público cambia el chip en grandes eventos como este festival. Un producto cuya premisa es muy poco vendible incluso para televisión, contaba con una sala totalmente llena en la que incluso había niños (los cuales muy posiblemente se aburrieron mucho). Visualmente, la cinta está repleta de encuadres y movimientos de cámara interesantes que, desgraciadamente, una vez editados, no consiguen formar un discurso que comunique alguna idea.



La última película del día fue un anime. Para alguien que, como yo, no está nada acostumbrado a ver animación japonesa en pantalla grande, la experiencia resultó una gozada. La película en cuestión era Mai Mai Shinko to Sennen no Maho, de Sunao Katabuchi y estaba dentro de la sección Ani-Asia!: A leap of Asian Feature Animation. La película, aunque ha sido producida por Mad House, está más en la línea de Ghibli. De hecho, el mismo Katabuchi ha sido Ayudante de Dirección de Miyazaki. Este largometraje es un ejercicio delicioso de surrealismo infantil, situado en el Japón de la Posguerra. A pesar de estar situado en un contexto muy determinado, la historia que se cuenta es la de cualquier niño que vaga con su pandilla por las inmediaciones de su casa, ya sea en el campo o en el barrio, coloreando la gris realidad con su imaginación.


El tercer y último día del festival para nosotros (recordemos que el festival continúa hasta el 16 de Octubre) comenzó con la mejor película que he visto en pantalla grande en mucho tiempo. Se trata de Líbano, rutilante ganadora del León de Oro en Venecia. El largometraje israelí, encuadrado en la sección World Cinema, no intenta manifestar una opinión política y eso es un plus. Simplemente, el director Samuel Maoz se limita a utilizar un contexto de sobra conocido para relatar una historia sobre la guerra, el miedo, el aislamiento y la claustrofobia. La película narra las desventuras de unos militares israelíes en un tanque. Como en la genial y atemporal La ventana indiscreta, el exterior del tanque sólo es visto a través del visor del mismo, y en última instancia, a través de los personajes. El interior del tanque es sobrecogedor, gracias a la gran labor del director de fotografía y del diseñador de producción. En resumen, una genial historia sin buenos ni malos, sino personajes derrotados por las circunstancias que les rodean.



La segunda película fue la colombo estadounidense Entre nos, dirigida por Gloria La Morte y Paola Mendoza. Como Líbano, se encuentra dentro de la sección World Cinema. La cinta narra las vicisitudes de una familia colombiana sin recursos en Nueva York. El metraje está repleto de clichés y elementos comunes en el cine de temática social latina. No obstante, el último fotograma del largometraje le añade un valor añadido y salva a la película del suspenso. El último cartel de la película explica que el personaje protagonista es la madre de la directora Paola Mendoza y que la película ha sido una especie de terapia para entenderse a sí misma. De este modo, recibo la respuesta a la pregunta que me he venido haciendo durante todo el metraje: “¿Por qué es interesante esta historia que se ha contado ya varias veces y de mejores maneras?” Simple y llanamente, esta película es interesante porque es una autobiografía brutalmente honesta. No quiero terminar el comentario sin destacar el gran trabajo de los niños actores y de las directoras para conseguir un resultado excelente en la interpretación.



La última película del festival era, junto con la de Miike, la que más ganas tenía de ver, y seguramente por eso, fue la más grande decepción. La japonesa-coreana Higanjima, de Tae Kyun Kim, se estrenaba mundialmente dentro de la sección Midnight Passion. Se trata de una adaptación en imagen real del manga homónimo de Koji Matsumoto. La premisa es interesante: una isla de Japón está infestada de Vampiros y un pequeño grupo de resistencia armado con catanas les planta cara. Después de un arranque espectacular, con una violencia exquisita, la película cae en los mismos tópicos que Yatterman, con una salvedad. Mientras en la obra de Miike se utilizaban estas convenciones para parodiarlas, en la obra de Kim se cae en ellos de manera involuntaria, y lo que deberían ser secuencias cargadas de dramatismo, se convierten en carcajadas de la audiencia. La penoso es que a la tercera frase estúpida la cosa deja de tener gracia, y te pasas el resto de metraje maldiciendo al director por desperdiciar una premisa tan suculenta para hacer una gran película. Y no hablemos de los numerosos errores de guión, que me está saliendo la bilis por la boca…



Con este gusto amargo terminó el festival para Paraíso del Freaky, aún así, basta recordar películas tan interesantes como Yatterman, Mai Mai Shinko to Sennen no Maho o Líbano para recuperar la sonrisa.

jueves, 8 de octubre de 2009

Un cuento de Cine - Previa Festival Internacional de Cine de Pusan, Corea del Sur

Hoy empieza la 14ª edición del Festival Internacional de Cine de Pusan, Corea del Sur. Este festival es posiblemente el evento cinematográfico más importante del año en Asia Oriental. Nos desplazaremos ahí hasta el 12 de Octubre, aunque el festival termina el 16. Se proyectarán algunas películas rodadas en español. En la Sección World Cinema están la argentina Anita, de Marcos Carnavale; la mexicana El traspatio, de Carlos Carrera; la hispano-urugyaya Mal día para pescar, de Alvaro Brechner; la colombiana Entre Nos, de Paola Mendoza y Gloria La Morte; la costarricense Del amor y otros demonios, de Hilda Hidalgo y la hispano-peruana La teta asustada, de Claudia Llosa. En la sección Flash Forward tenemos a la argentina Bridges, de Julián Giulianelli y la española La Escarcha, de Ferrán Audi. En la sección Midnight Passion (de la que hablaremos después) está la española Hierro, de Gabe ibáñez. En total son 9 películas de unas 200 películas, lo cual creo que es una representación muy pobre para el segundo idioma más importante del mundo. No sabemos si el comité de preselección tiene una especial aversión al idioma de Cervantes o si las productoras y distribuidoras hispano-parlantes no se han dado cuenta de hay vida más allá de Europa y América. Yo me inclino por lo segundo, ya que El laberinto del Fauno o Rec se pudieron ver en Corea del Sur en grandes salas comerciales y además hay un curioso dato: Jamón, Jamón es una película de culto en el país del Taekwondo.

Podría hacer una lista de las películas que me gustaría ver, pero la dinámica de los festivales me aconseja no hacerlo. Nunca sabes qué película se ha quedado sin entradas, o cuál acabas viendo por presiones sociales. Veo más adecuado comentarlas a la vuelta del viaje, la semana que viene. No obstante, si que comentaré una sección que me atrae mucho: Midnight Passion. Se trata de una proyección de 3 películas consecutivas al módico precio de 10000KRW (5,84€). Lo peor es la hora de inicio: 23.59. Aún así, la selección de películas es bastante interesante como para quitarme el sueño, ya que en un festival que apuesta ciegamente por el gafapastismo asiático (muy adecuadamente, pues las gafas de pasta en Corea del Sur cuestan alrededor de 20€, y hasta hay una moda de llevar las monturas sin lentes), esta sección se convierte en el único reducto donde los amantes del género, los freakies, podemos continuar nuestra misión: entretener y entretenernos.


Un cuento de cine

La primera cosa que me sorprende de esta película producida en 2005 es el estilo de rodaje. El uso de la cámara me recuerda a los movimientos de cámara de películas de los 70's como Muerte en Venecia de Visconti (por cierto, una pieza mediocre y sobrevalorada). La cámara está en constante movimiento, pero en lugar de hacerlo de una manera moderna con una steadycam, la cámara se mueve alrededor encima de un trípode. Aunque no puedo asegurarlo, me atrevería a afirmar que no hay travelings en esta película, sino zooms. La cámara se mueve tanto que en la mayoría de la película, la relación de una secuencia mecánica es igual a un plano secuencia es cierta. Esto abarata la producción de la película, lo que hace muy fácil el montaje y el rodaje muy complicado para los actores y para la cámara. Este estilo de rodaje evidencia constantemente el acto de hacer cine, lo que impide que algunos miembros de la audiencia entren en la diégesis de la película.

Dicho esto, lamento mucho que Hong Sang-soo no sacara pleno rendimiento de su guión usando dos estilos de rodaje. Rodar el corto del arranque de la película en otro estilo hubiera sido una manera sutil y agradable de separar la obra dentro de la obra ("the play within the play", que diría Pavía) de la obra en si. Creo que hubiera ayudado a transmitir el tema de la película: la vida inspira al cine y, al mismo tiempo, el cine inspira a la vida.

Después de analizar el discurso, pasemos a analizar la historia. Lo primero que puedo decir es que no me creo los personajes, ni siquiera durante un frame. No entiendo sus motivaciones o la forma en que se comportan el uno con el otro. Quizá esto se deba a un choque cultural, pero por otro lado, he visto varias películas japonesas o chinas, y me creía sus personajes la mayoría de las veces. Empezando con el cortometraje del arranque: ¿por qué dos jóvenes sanos y con una buena situación económica quieren suicidarse?

Especialmente extraña es la relación entre los protagonistas Young-Shil y Dong-soo. Cuando se encuentran por primera vez ella no quiere darle su dirección, pero más tarde esa noche, ella le dice que lo ama mientras están teniendo relaciones sexuales y, después de su cópula, ella quiere alejarse de él.

La historia en sí es un deus ex machina, y en mi opinión, Hong Sang-soo, debería haber trabajado más las motivaciones de sus personajes para decirle al público cómo alguien a punto de morir quiere vivir y cómo alguien sano está constantemente fantaseaando con el suicidio. Podríamos decir que esta película tiene el típico argumento de película de arte y ensayo: no pasa nada. Esto, y el estilo de rodaje, hace que algunos de nosotros deseemos que termine la película transcurridos cinco minutos de metraje.

jueves, 1 de octubre de 2009

Take off

Hemos tenido una semana movidita. Por una parte, por fin le han concedido un Oscar a mi deseada Lauren Bacall. Es un premio honorífico que reconoce la brillante carrera de esta actriz, aunque bien es cierto que su participación en Dogville podría haber sido motivo suficiente para no dárselo. Qué pena que una leyenda de este calibre se haya dejado engañar por nuestro amigo Lars y haya manchado así una carrera que de otra manera era una lista cargada de obras maestras.

Por otra parte, a Roman Polanski lo han detenido por un delito de violación que cometió hace !30 años! Está claro que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario, y el proceso judicial del caso todavía no ha terminado, pero parece bastante claro que el genial realizador franco-polaco se benefició a una jovencita de trece años. Algunos dicen que fue consentido mientras las últimas declaraciones de ella dicen que fue violada, a pesar de que ella quiere retirar los cargos. Lo que asombra es cómo la condición de genio puede hacerte caminar por encima de la Ley durante 30 años. ¿O acaso creéis que si Roman Polanski hubiera sido obrero el gobierno francés le hubiera dado tanto cobijo? En este caso, mis sentimientos como cinéfilo por un lado y ser humano como otro están enfrentados. Vamos con la crítica de la semana.

Take off

Cuando los occidentales (al menos los españoles) pensamos en el cine coreano, pensamos de Park Chan-Wook, Kim Ki-Duk o el K-Horror. Debido a esto, es sumamente sorprendente ir al cine y visionar Take-Off. La pelícla hollywoodiense de Kim Yong-Hwa parece el elemento central de una campaña de publicidad contratada por la Asociación Coreana de Esquí. Si esta película fue planeada como publicidad o no, no lo sé, pero una cosa es cierta: este invierno un montón de niños coreanos darán al salto de esquí una oportunidad y quizás un nuevo equipo tomará el relevo del equipo retratado en la película.

Incluso si no se ha producido en los Estados Unidos, esta película es la típica película de deportes de Hollywood. De hecho, la abundancia de clichés del genero deportivo hace esta película más hollywoodiense que filmes americanos como Titanes, hicieron historia, de Boaz y, por supuesto, hace que sea peor película que la mayoría de las películas deportivas de Hollywood. Todos los personajes de la película, sin excepción, son planos estereotipos que han aparecido en el género deportivo desde el nacimiento de un género que tenía una de sus primeras obras maestras en El colegial, de James W. Horne's (1927), protagonizada por Buster Keaton.

Choi Heung-Cheol es el típico protagonista que viene de fuera de la comunidad y que tendrá que demostrar sus habilidades para ganarse el respeto de sus compañeros de equipo. También tenemos el deportista que tendrá que luchar contra la voluntad de un padre que no entiende el talento de su hijo. Kim Dong-Wook desempeña el papel del irreverente atleta que constantemente se enfrenta a la disciplina del equipo y tratará de conseguir que la hija del entrenador (cómo no, de muy buen ver) se meta en la cama con él. Y, por supuesto, existe el no tan talentoso pero muy currante deportista que se sacrifica por el bien del equipo de una manera no tan inteligente. Curiosamente, aquí este actante está dividido en los personajes de los dos hermanos.

El entrenador es el personaje menos hollywoodiense. Su papel como instructor cómico y excéntrico pero sabio es más propio de la narrativa oriental, como podemos ver en el personaje Muten Roshi del manga Dragon Ball.

Pero no sólo los personajes son una exageración del nuevo estilo de Hollywood. La película está llena de secuencias a cámara lenta manidas con una banda sonora carente de originalidad. Las imágenes generadas por ordenador son de alta calidad, pero son excesivas, especialmente cuando se supone que se está transmitido por televisión. Esto hace que la película sea menos creíble, porque incluso ahora en 2009, la realización del salto de esquí no es así. Lamentablemente, el director ignora por completo un tradición de realización del salto de esquí que ha hecho este deporte uno de los más bellos que se pueden ver por televisión.

Hay un error de diseño de producción en la película. En algún momento un Daewoo Tacuma aparece en pantalla. La película tiene lugar en 1997, 1998 y 2002 en la última secuencia. Sin embargo, este coche no salió al mercado hasta el año 2000. Hasta ahora sólo hemos hecho una lista de los aspectos negativos de la película, pero no es tan mala como parece. Está los suficientemente bien hecha para que un extranjero con poco conocimiento del Coreano la pueda entender sin subtítulos, y eso no es todo: no es aburrida, aunque dure 137 minutos. A pesar de esto, la película es inverosímil, a pesar de estar basada en una historia real.