lunes, 13 de septiembre de 2010

Thirst (2009)

La última película de Chan-wook Park es, como toda su filmografía, interesante temática y formalmente. Si Thirst es un buen ejercicio cinematográfico o si es solo una película interesante no lo tengo claro. Lo cierto es que ver a un cura teniendo relaciones sexuales es de por sí llamativo, y si a eso le sumamos que dicho cura, protagonista del largometraje, es también un vampiro, pues podemos flipar. El problema es que, a pesar del barroquismo de su enfoque, parece que Park no ha sabido aprovechar todo el potencial de la premisa.



El Padre Hyun está cansado de ver cómo sus párrocos le piden ayuda en su lecho de muerte sin que él pueda hacer nada. Por ello se inscribe en un programa experimental para obtener una vacuna para el Virus Emmanuel. El experimento falla y todos los pacientes mueren menos el cura. Después del experimento, parece que las plegarias del Padre Hyun salvan a los enfermos moribundos. No obstante, no hay bien que por mal no venga, y el Padre Hyun desarrolla un deseo incontrolable por la sangre y el sexo y una alergia a la luz solar. Como todo buen vampiro, Hyun se enamorará de una mujer, que no es otra que la mujer de uno de los enfermos a los que cura.

Thirst es una historia de vampiros que a veces provoca sonrisas (nunca carcajadas) y que otras veces provoca incomodidad ante lo explícito de sus imágenes. Park ya ha demostrado que es un cineasta que conoce perfectamente el lenguaje fílmico y lo que cada elemento puede provocar en el espectador. La fotografía es excelente y los movimientos de cámara son una delicia. Sobretodo los movimientos de grúa, que son mucho más efectivos que las steady cams que estamos acostumbrados a sufrir en el 90% de las producciones actuales. Los efectos visuales están bien empleados, aunque a veces pecan de un exceso de estilismo y una falta de verosimilitud, para mi gusto. Debido al exceso de efectos visuales, la película parece excesivamente televisiva por momentos, abusando de secuencias de montaje a lo videoclip. Por otro lado, la música está utilizada con oficio y la partitura es bastante bella.

La principal razón por la que esta película no es una obra maestra (tiene potencial de sobra para serlo) es el ritmo. La trama se pierde por momentos y Park fija su atención en aspectos que quizás no son muy interesantes y que dificultan que el espectador siga la trama. Hay una determinada parte del largometraje en la que no queda muy claro si estamos viendo algo real o una alucinación, y si es una alucinación, no sabemos quién la está sufriendo. Esta secuencia, muy graciosa por momentos, pierde más al espectadores que otra cosa. El largometraje tiene un metraje de 133 minutos, 15 de los cuales se podría prescindir para agilizar la narrativa.

No obstante, Thirst es una película cuyo visionado recomiendo por diversas razones. La primera es por ver como evoluciona uno de las cinematografías más interesantes de la última década, como es la coreana, y con ella Chan-wook Park, su máximo exponente junto con Joon-ho Bong. Por otra parte está la temática de la obra. Debajo de una máscara de género de fantaterror, se dejan ver temas tan universales como los triángulos amorosos y la pulsión entre el deseo y el auto control, ingeniosamente representadas en la figura del cura. Si lo que yo os digo no os provoca el interés necesario para ver esta obra, quizás el hecho de que ganó el Premio del Jurado en Cannes en 2009 os anime. 

3 comentarios:

Luis dijo...

El director coreano es uno de los autores que se salen de lo habitual en el panorama actual. Prefiero sus rarezas a las de otros. Lo del premio en Cannes, tampoco creas que es garantía de algo positivo :(

Anónimo dijo...

Good point, though sometimes it's hard to arrive to definite conclusions

Anónimo dijo...

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