lunes, 17 de agosto de 2009

Enemigos Públicos

Afortunadamente, el verano va llegando a su fin y se retoman viejos hábitos olvidados tras muchos gintonics, como ir al cine bien acompañado por un colega sin más ambición que ver una película y comentarla. Es un acto muy diferente al de ir al cine acompañado por una persona del sexo opuesto, ya que muchas veces la película es un medio, no un fin.

Enemigos Públicos

Esta película es, ante todo, visualmente horrenda. Es la película más fea que he visto en el cine en mucho tiempo. Es una lástima porque el guión es bueno, casi diría que muy bueno, pero el director con delirios de grandeza de turno (Michael Mann) tenía que dejar su impronta. No podía dejar que una buena historia se contara por sí misma, sino que tenía recordarnos en cada fotograma que él estaba detrás de la cámara.

Esta es una película cuya historia sucede en los años 30, que trata sobre un personaje clásico del imaginario colectivo americano y que es de gánsteres. Estos tres elementos son casi la materia prima de un clásico. Pero no, Mann tenía que terminar de rematar un género que de por sí ya está muy muerto: el cine negro. NO PUEDES HACER UNA PELÍCULA DE GÁNGSTERES EN LOS AÑOS 30 Y NO USAR UN SOLO TRÍPODE. TAMPOCO PUEDES PONER MÚSICA EXTRADIEGÉTICA MODERNA. Es más, TAMPOCO PUEDES USAR UNA CÁMARA DE VIDEO DIGITAL DE 1K. Pero el señor Mann hizo estas cosas, y se cargó el, por otra parte, excelente trabajo de diseño de producción. Los otros grandes damnificados son el señor Depp y el señor Bale, ya que su trabajo se ve permanentemente deslucido por esa imagen tan horrible que el realizador ha conseguido.

Me pregunto qué pretendía el director al emplear este estilo visual de reportero de guerra cámara al hombro cuando lo que la historia pedía a gritos era una planificación CANÓNICA. Plantas el trípode, no te saltas el eje, usas una cámara de las de toda la vida (o si vas a usar una digital, usa la Red One, que te graba a 4K y no se nota la diferencia) y dejas que los actores hagan su trabajo. Howard Hawks, John Huston o John Ford han pasado a la historia haciendo justamente eso. Y tú, amigo Michael, por mucho que te empeñes en recordarnos cada segundo que la película es tuya, no tendrás el mismo peso en la historia que los nombre arriba señalados.

Mención aparte, dentro de la película, merece la desastrosa resolución de la película (no por guión, sino por dirección). No podemos estar en el cine, viendo al gran Clark Gable en El enemigo público número 1 (the play within the play, que diría José Pavía) y después pasar a una imagen nocturna que exclama a gritos: ¡VIDEO! ¡VIDEO! ¡VIDEO!

3 comentarios:

víctor dijo...

prooSeñor friki, por fin habla usted con un mínimo de propiedad. Suscribo todas y cada una de sus palabras. Viendo la calidad de imagen tenia el extraño presentimiento de que alguien iba sacarse el prepucio y empezar a fornicar. Con una sola excepción, creo que la escena de las carreras de caballos está muy conseguida, con ese tono amarillento del buen cine añejo (léase Sangre de Mayo, que me habrán de reconocer que eso sí lo tiene). Hay habitaciones, por otra parte, que no me creo que existieran en los años 30.
Lo de los movimientos de cámara es otra de las cosas absolutamente denunciables. Ni los planos generales los deja quietos. Con quemados de la imagen del todo incomprensibles. No obstante, deberías reconocer que esta es una tendencia generalizada en el nuevo Hollywood (no por ello menos criticable, eso sí). A pesar de esto, el guión es bastante bueno, con gags acertadísimos y en general muy por encima de la media de producciones actuales. Prefiero este cine a la mayoría del que se está produciendo. Si films como este sirven para que Hollywood retome su procucapción por el género, digámosle negro-criminal, bienvenido sea.

Diana P. dijo...

Señor Productor, no puedo estar mas acuerdo con usted.
Decir más de lo que habeis dicho Victor y tu es hablar por hablar, pero es una verdadera lástima de película. Tanto la dirección artística, como la fotográfica, el guión, los actores, etc son injustamente desmerecidos por esos movimientos de cámara que dan ganas de salir de la sala, coger un avión a Los Ángeles y, una vez allí, darle una paliza al señor Mann.
Es una pena porque me encantan las peliculas ambientadas en los años 20-30-40

ANGELA ORTEGA dijo...

completamente de acuerdo en todo. Eres mi voz!!!