domingo, 18 de abril de 2010

Modigliani


Este es un biopic con libertades basado en la última parte de la vida del artista italiano Amedeo Modigliani. Por libertades entiendo que el realizador y guionista Mick Davis se ha servido de un personaje real para contar una historia. La fidelidad a la vida de Modigliani o al cómo era el Paris de principios del siglo XX no era uno de los objetivos del realizador británico y así lo explica al principio de la obra, para que nadie dé por ciertas cosas que son falsas.

El Modigliani de este film es un treintañero borracho y enfermo de tuberculosis que vive en la miseria. Parece ser que esto es bastante fiel a la realidad. Lo que parece invención de Davis es el conflicto con el que arranca la obra y que sirve de vehiculo a la narrativa: la enemistad entre Modigliani y Picasso. Ambos son artistas que ni me gustan especialmente ni me interesan (esto lo digo con la sana intención de polemizar, pero no por ello es menos cierto). De Picasso se habla demasiado y sinceramente, creo que es el artista español (y posiblemente mundial) más sobrevalorado. De Modigliani, en cambio, solo he oído hablar en esa obra de arte que es Fraude de Orson Welles (obra de arte superior a cualquier pintura de Modigliani, desde mi punto de vista).

A pesar de que estos dos personajes no me interesan demasiado, la pintura si que me interesa, y la historia narrada por el realizador británico tiene elementos que enganchan. Uno de ellos es el racismo que Modigliani, judío, sufre por parte de su suegro, católico. La rivalidad entre el pintor italiano y Picasso tiene momentos álgidos, pero también tiene otros momentos donde la tensión decae y no se termina de entender mucho qué es lo que realmente cada uno siente por el otro. Cabe destacar que este largometraje, que describe un París bohemio, no cae en el recurso fácil de enseñar carne. Muchas veces, en este tipo de películas, es muy obvio que la inclusión de pechos, nalgas y vellos púbicos responde más a razones de marketing que a razones narrativas.

Los elementos formales que Davis emplea son muy modernos (en su sentido temporal, no artístico), y en mi opinión, cuando se mezcla una ambientación de época y un lenguaje actual, el resultado suele ser un fracaso absoluto. En este caso, en el aspecto visual, hay que felicitar al director, pues ha sido capaz de integrar una steady-cam con tendencias al reencuadre con un atrezzo vetusto de manera positiva. El montaje no siempre respeta las convenciones formales, pero aún así el relato se cuenta con relativa transparencia. Lo que desde mi punto de vista no está tan logrado, es la banda sonora, repleta de baterías electrónicas, sintetizadores y samples que extraen al espectador del relato. Y puesto a ponernos meticulosos (de eso se trata una crítica, ¿no?), eliminaría casi todas las escenas de carácter onírico, pues ni tienen un valor artístico en sí, ni contribuyen a la narrativa.

Esta película, que he visionado por el simple hecho de que la regalaban con el periódico, lejos de ser una obra maestra, o siquiera una obra destacable, tiene el valor de provocar que los espectadores dediquen un poco de tiempo a buscar información sobre Picasso y Modigliani. Por lo menos, eso es lo que me ha pasado a mí. Por cierto, Andy García interpreta a Modigliani y lo borda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Andy García lo borda? Por favor! Este actor no borda nada en su vida, mucho menos este personaje. Me da pena que quien no conozca nada de la vida de Amedeo Modigliani se quede con la burda y chulesca interpretación de este pretencioso actor. Yo vi ayer la película y me arrepentí, me pareció una interpretación realmente lamentable de lo que pudo ser París en aquel tiempo, por no hablar de la actriz que interpreta a Jeanne, que lo único que hace es chillar y dar la nota, cuando realmente esta chica era prácticamente muda en vida, nunca hablaba. Qué pena de película, pobre homenaje a nadie, y de Picasso mejor no digo nada