jueves, 22 de octubre de 2009

Porque la vida puede ser maravillosa

Hace ya casi una semana que nos ha abandonado Andrés Montes, y desde este espacio, llamado Paraíso del Freaky, nos parece una obligación hacerle un pequeño homenaje al comunicador de las pajaritas y americanas imposibles. Mi relación con él empezó, como la de muchos otros, a través de los partidos de la NBA en Canal +. Yo empecé a verlos en el 98, cuando a un amigo mío se los grababa su tío en VHS y los veíamos en el periodo de tiempo entre la finalización de la jornada escolar y el comienzo de los entrenamientos de baloncesto. Recuerdo nuestras carcajadas con los motes de Montes y como, una vez finalizado el partido, nos íbamos a entrenar imaginando que Montes iba a comentar nuestros movimientos.

Tanto gusto le cogí a su voz, que me hice con una copia del videojuego NBA Live 98 para seguir escuchándole. Tenía 12 años y la vitalidad de sus comentarios dejaba su impronta en mí. Me convertí en su imitador, me pasaba los entrenamientos de baloncesto repitiendo sus frases para divertimiento de algunos y disgusto de otros. Si alguien tiraba una piedra gritaba "¡Wilma, ábreme la puerta!"; cada vez que yo tiraba un triple decía "¡Triiiiiiiiiple...!" y la mayoría de las veces terminaba con un "¡...que no entra!"

A Montes le agradezco su esfuerzo por no caer en la redundancia en la que caen el 99% de los comentaristas deportivos. Nuestros ojos ya nos dicen lo que está pasando en el campo. La labor del comentarista es aportar ese valor añadido que no podemos obtener por nosotros mismos, y eso Montes lo supo entender. No era el periodista con los más amplios conocimientos tácticos (al menos en fútbol, porque en baloncesto nadie le podía toser) pero el se dio cuenta de que lo suyo era darle la emoción y el humor a lo que se veía a través de la pantalla.

Muchos detractores se quejaban: "¡Es que habla de todo menos de fútbol!" Para mí esa fue siempre una gran cualidad de Montes. Montes se convirtió en un gurú de la cultura pop (y no tan pop), dando a conocer a artistas desconocidos para muchos (la mayoría del sello Motown), fusionando el imaginario del fútbol con el del star system hollywoodiense, creando a grandes personajes como Humphrey Xavi Bogart, o simplemente dejando entrever que los comentaristas también son personas, y como tales, les encanta comer o hacer porras.

El estilo de Montes fue tan personal que fue incapaz de crear escuela. Algún que otro comentarista le ha copiado algún mote, pero la ejecución está exenta de cualquier gracia. Nadie se ha atrevido a intentar hacer lo que él hacía. A pesar de todo esto, el periodista de ascendencia cubana estaba en el paro. Con asombro me doy cuenta de que nadie ha mencionado una cosa fundamental: Montes es la primera víctima de la Guerra del Fútbol. Una supuesta guerra en la que, de puertas afuera, las dos partes se encuentran en posturas diametralmente opuestas pero que, de repente, son capaces de silenciar el conflicto y llegar a un acuerdo, como si aquí no hubiera pasado nada, para posteriormente volver a alzar las armas. ¿Soy el único al que le da la impresión de que todo esto era un teatro y que estaba todo pactado? Así, laSexta, que en principio no iba a emitir fútbol en abierto, decidió no renovar a Montes.

Mientras escucho Doing it to death del reverendo James Brown, pienso que es hora de terminar este artículo, porque tampoco tengo tanto que decir, ya que yo jamás conocí a Montes. Hay mucha más información en la red, con más contenido y mejor redactada. Aún así, le digo a Andrés Montes lo siguiente: gracias por hacer que la vida fuera maravillosa durante 90 minutos cada sábado.


3 comentarios:

Luis dijo...

Gran homenaje a un tipo de los que ya no quedan. Pero recuerden, los viejos rockeros...

Burren dijo...

Siempre se van los mejores. Muy acertado este tierno documento.
Ahora que ya no está él muchas personas dejarán de ver fútbol. Una lástima.

Sergi T. dijo...

Aunque haya más información por la web nunca resulta innecesario el particular homenaje de un aficionado.