sábado, 19 de diciembre de 2009

Secret Sunshine (Milyang)

El celuloide debe estar realmente barato en Corea, ya que Lee Changdong desperdicia una gran cantidad en su película Secret Sunshine. Esta dolorosa (literalmente) película utiliza 142 minutos para contar cómo una viuda pierde a su hijo, encuentra a Dios y luego pierde la fe. El director podría haber contado esta historia en 90 minutos sin ningún problema, y el público hubiera disfrutado más. En mi caso, yo ya estaba tan aburrido en el minuto 30 que no podía imaginar que las cosas podrían empeorar.

Pero lo hicieron. El personaje principal, después de saber que asesinen a su hijo, se une a una de esas congregaciones protestantes cuasi-sectarias que están más preocupadas en convertir a los demás y seguir reglas estúpidas que en ser buenos seres humano. A partir de este momento, lo único en lo que podía pensar era en meterme en la película con un bate de béisbol y empezar a destrozar las cabezas de cada personaje. ¿Por qué el director profundiza tanto en lo absurdo de estos cristianos? ¿Por qué tenemos que escuchar todos los himnos religiosos que hay?

La película tiene un buen momento, pero no es tan catártico como podría haber sido (sobre todo porque sucede en el segundo acto). Shinae va a la cárcel porque quiere perdonar al asesino de su hijo y descubre que él es de hecho más feliz que ella y que su Dios ya le ha perdonado. Esto es como una bomba para Shinae, que la mata por dentro, pero aún así, no es suficiente para el espectador porque para entonces, ya está deseando que alguien salga de la nada, la secuestre y la torture hasta que muera. Así de odiosos son los personajes de Lee Changdong.

Después de esto, Shinae mira al mundo desde otra perspectiva equivocada. Su enemigo (y el de la humanidad, también) es el cristianismo, pero por lo contrario, ella piensa que su enemigo es Dios, una entidad que no existe. Con el fin de herir a Dios, hace las cosas más irracionales, como seducir y tener relaciones sexuales con uno de los líderes de su antigua comunidad cristiana. Ella no hace esto para probar al resto de la comunidad que el "buen cristiano" es en realidad tan lujurioso como la persona más pecaminosa del mundo. Ella hace esto para que Dios pueda ver que él no está siguiendo sus principios. Esta escena es muy decepcionante, porque Shinae estaba empezando a hacerse agradable en su guerra contra el cristianismo. Sin embargo, después de esta secuencia, el público la odia aún más.

Shinae nunca ha sido buena con Jongchan, un soltero de 39 años que es muy buena persona (el único personaje simpático en toda la película a pesar de su ingenuidad). Eso no nos debe sorprender, ya que Shinae ha demostrado ser la clase de chica a la que le gusta auto flagelarse. Por lo tanto, Shinae prefiere tener sexo con un hombre casado para demostrar su verdadera naturaleza inmoral, en lugar de darle una oportunidad al bueno de Jongchan. Enfermizo como este comportamiento puede parecer, es cómo muchas mujeres actúan, por desgracia. Mientras todo esto sucede, Jongchan la espera en un restaurante y cuando finalmente se encuentran, Shinae dice "¿quieres tener sexo conmigo también?" Así que ahora Jongchan sabe que es el segundo plato y se enfada. Sin embargo, ¡qué maravillosa capacidad tienen las mujeres para darle la vuelta a la tortilla! Cuando Shinae deja la casa de Jongchan, ella está legítimamente enojada con él y él se siente como el malo de la película. Después de esta escena, Shinae decide cortarse las venas y nosotros, como espectadores, nos aliviamos. Por desgracia, Shinae no muere, y la película dura otros inútiles 15 minutos.


1 comentario:

Luis dijo...

Parece ser que las pelis malas asiáticas (aunque generalizar es peligroso)necesitan una excusa transcendental, mitológica o espiritual para que parezca que lo que se ofrece tiene algo de empaque, en este caso la variante religiosa.

Me suena a la inclusión de terror juvenil o de patriotismo barato en muchos infumables productos estadounidenses para hacer más comestibles films poco madurados.

En los dos casos son muletas en las que se apoyan los proyectos cojos y que subvencionan con su dinero y tiempo legiones de incapacitados audiovisuales. Espectadores poco capaces de trillar en la oferta y que son el 70 % de la gente que consume cine.