sábado, 26 de diciembre de 2009

Avatar

Ante todo, feliz navidad a todos los lectores. Espero que esta época de regalos os haya servido para aumentar vuestras filmotecas, bibliotecas, etc. Por mi parte, y aunque no sea de interés de nadie, puedo decir que mis estanterías pesan un poco más gracias al DVD del documental Inside Deep Throat y a los libros Dalí de la editorial Taschen y 100 años de cine: momentos clave. En este último libro aparece la película Killer of Sheep de mi gran amigo Charles Burnett, como una de las más importantes de la década de los setenta. Es curioso, hace exactamente un año nos encontrábamos los dos cenando en casa de la artista Lili Bernard. Aprovecho esta entrada para hacer una somera crítica del fenómeno tecnológico y mercadotécnico del año 2009: Avatar.

Avatar

La gran esperada superproducción de James Cameron no deja indiferente a nadie. Es imposible. Bueno, puntualicemos. El visionado en 3d de este largometraje no puede dejar indiferente a nadie (otra cosa será verlo en un formato de proyección convencional). La experiencia es impresionante. Es un espectáculo visual como nunca antes se ha visto. Un espectáculo que se ha creado con un objetivo que va a conseguir: dotar de un valor añadido a la experiencia de ir al cine.

Todo lo dicho anteriormente no significa que Avatar sea una obra maestra o que, como obra cinematográfica, vaya a pasar a la historia (va a pasar a la historia como avance tecnológico, como El cantor de jazz). Hay que considerar a este producto en su justa medida. Es un medio, no un fin. No se ha creado toda una tecnología para poder contar una historia que hasta la fecha no se podía contar, sino que se ha utilizado una historia (mediocre) para probar que una tecnología es válida.

El diseño de producción es espectacular. La fantasía lisérgica de Cameron aprovecha los recursos tecnológicos frutos de un exhaustivo I+D+i para dejarnos alucinados. Los paisajes y las criaturas diseñadas son de tal belleza que uno incluso desearía que la película se proyectara a 12 fotogramas por segundo (ya sé que es una expresión que en una proyección digital pierde todo su sentido…) para poder apreciarlos bien. La lástima es que el guión no da para sustentar casi 3 horas de metraje, así que imaginaros si la duración fuera el doble.

La simplicidad del guión es ofensiva. En la película más cara de la historia no se han molestado en supervisar y corregir el guión. El mensaje de “salvemos todos a Gaia” está relatada de manera demasiada infantil y obvia, sobre todo teniendo en cuenta que no hay nada más antiecológico que gastarse 300 millones de dólares en una película. Salvo el protagonista, que hace un típico viaje del héroe (sin saber muy bien sus motivaciones), todos los personajes se mantienen impasibles ante los devenires que se relatan. Todo esto podría ser entendible con un metraje de 90 minutos, pero no con una película que dura más de 160 minutos.

A pesar de todo esto, la película es muy recomendable, es más, diría que su visionado es obligado, porque, ¿a quién no le hubiera gustado asistir a un visionado de El cantor de jazz allá en 1927?

3 comentarios:

Policromi dijo...

A mí me encantó la peli. Quizá el guión sea muy simple, pero guardaba un mensaje bonito, más allá de los efectos especiales que yo, debido a mi estrabismo, no soy capaz de apreciar en 3d, sino en versión tradicional. La conexión de la naturaleza de los seres de Pandora es lo que más me gustó.

Sergi T. dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo. Suscribo todas y cada una de tus palabras. Yo no hubiese escrito una crítica/comentario mejor. Me duele en el alma cuando escucho que James Cameron es el "gran narrador" del cine moderno...

Luis dijo...

Fíjate si me motivan tus reflexiones que lo que iba a ser un simple y escueto comentario se ha convertido en una extensa entrada de bitácora.

Saludos a mi sobrino el motivador.