domingo, 21 de marzo de 2010

Bienvenidos a Zombieland

Esta es una de las películas más frescas y gamberras que he visto en mucho tiempo. Este filme comparte la filosofía de ese proyecto medio fallido que fue Grindhouse (excelente la aportación de Robert Rodríguez, lamentable la de Tarantino). La historia es simple y estúpida (la película no se toma en serio a sí misma, y esa es su gran virtud): el virus de las vacas locas ha derivado en el virus de los zombies locos y Estados Unidos se ve completamente infectado. Sin embargo, un estudiante universitario antisocial consigue sobrevivir debido a que la experiencia obtenida evitando seres humanos le sirve para evitar a los zombies.

Su carácter neurótico le lleva a desarrollar una lista de reglas con la que el largometraje arranca espectacularmente. En esta secuencia nos vamos a encontrar con zombies, sangre, trozos de carne, humanos siendo devorados mientras defecan (regla número 3: cuidado con los aseos) y carcajadas. El objetivo del protagonista, que nos narra la historia, es llegar a Columbus, Ohio, ciudad de la que es oriundo, para comprobar si su familia sigue con vida. En el camino se encuentra con Tallahassee (Woody Harrelson), un sureño que está metido en el negocio de “repartir palizas y el negocio va bien”. Ambos intentaran cruzar el país hasta que se encuentran con unas jóvenes hermanas que les trastocaran los planes.

El novato Ruben Fleischer utiliza varios recursos formales para crear carcajadas. El más destacable, desde mi punto de vista, es la aparición en pantalla de las reglas de Columbus Ohio mientras se desarrolla la acción. Así, siempre que se le dispare a un zombie por segunda vez, aparecerá en pantalla la regla número 2:“Toca doble”. Es curioso como esta especie de comentario en off por parte del narrador se está convirtiendo en una de las claves de la comedia actual. Es muy común el uso de la voz en off mientras sucede algo o incluso la interrupción de la acción para dar paso al comentario a cámara del personaje. Cada vez es más difícil proporcionar carcajadas mediante la historia, y el discurso se está convirtiendo en el terreno que los realizadores están explorando más a la hora de hacer reír.

Uno de los momentos más destacables del filme es el cameo que hace uno de los cómicos más importante de los últimos años: Bill Murray. Aunque creo que el cameo de Bill Murray habrá sido muy importante a la hora de vender la película a los estudios, no estoy seguro de que contribuya narrativamente. Por momentos me parece que la secuencia es un homenaje metido con calzador que no viene a cuento.

Esta producción ha tenido unos costos de 24 millones de dólares, y ha recaudado 100 millones en todo el mundo. Esto ha motivado que ya se haya anunciado una secuela para 2011. La misión del director del proyecto (no está confirmado que Fleischer vaya a repetir) será aportar algo distinto. La peligrosidad de la secuela consiste en la dificultad de contribuir con algo nuevo que no hayamos visto ya en Bienvenidos a Zombieland. La película tiene la duración justa, 85 minutos, y creo que no se le puede sacar más punta al lápiz. Veremos si el director de la secuela sale airoso del desafío. Me parece una misión difícil. 

1 comentario:

Sergi T. dijo...

Me quedé con las ganas de verla en su paso por cines. Espero poder hacerlo para sentirme realizado como freaky. Dicen que tiene cierto aire a "Zombies Party"; no sé si la has visto pero es bastante divertida.