domingo, 28 de marzo de 2010

Cuando pasan las cigüeñas


Esta obra se trata de un largometraje propagandista soviético (como todos los que se produjeron durante la dictadura comunista) que, no por ello, deja de ser una interesante película. El director Mikhail Kalazotov utiliza la separación de unos enamorados para describirnos como se vivió la Segunda Guerra Mundial en la Unión Soviética. Este melodrama sin happy ending fue la segunda película soviética en ganar la Palma de Oro de Cannes en 1958.

Este filme, producido en 1957 se adelanta dos años a la nouvelle vague a la hora de utilizar un lenguaje cinematográfico distinto que, aún hoy, 53 años después, destaca por su modernidad. Muchos encuadres beben directamente de Ciudadano Kane, utilizando contrapicados en los que se ve el techo o jugando con la profundidad de campo. La cámara al hombro se enlaza perfectamente con grandiosos planos de grúa para crear una propuesta visual muy atractiva. Cabe destacar la escena donde Mark, el primo del enamorado que está en el frente, intenta seducir a la amada del soldado. Mientras los nazis bombardean la ciudad, Mark persigue a Verónica a oscuras. La película se convierte en una obra expresionista, al tener grandes contrastes, con más zonas en negro que en blanco, con las ventanas estallando y una música extradiegética tenebrosa que pone los pelos de punta. Sólo por esta escena vale la pena ver la película.

Pero por suerte esta superproducción de la época (con una cantidad ingente de extras, explosiones y localizaciones reales) tiene mucho más que ofrecer. Comunica con eficacia cómo la guerra separa a las personas y cómo provoca que algunas personas saquen lo mejor de sí mismo y que otras saquen lo peor. El personaje de Verónica sufre una transformación, desde una chica inocente a una mujer resignada y madura que está dispuesta a vivir y ser feliz. En el transcurso de este viaje, cometió la cobardía de casarse con Mark antes que esperar a su auténtico amor para después no aceptar que este haya fallecido en el campo de batalla. El momento en el que Verónica reconoce su error, la anagnórisis, es una secuencia de cine experimental de la más alta calidad.

No obstante, por encima de todo, este filme es interesante para ver la perspectiva desde la que se vio el acontecimiento histórico más importante del siglo pasado en la Unión Soviética. Estamos cansados de ver películas sobre el holocausto nazi o sobre cómo las tropas americanas o francesas vivieron la guerra. Incluso hay una filmografía bastante extensa que relata el punto de vista alemán. Todo esto no quita que la película sea eminentemente panfletista y que describa una Rusia pre-Guerra que posiblemente se aleje de lo que realmente fue. Al igual que El acorazado Potemkin, está película existió para que el pueblo soviético siguiera convencido de que estaban viviendo de la manera correcta y que la Guerra había valido la pena.

3 comentarios:

Sergi T. dijo...

A veces me sorprendes. De aquí a que te guste Godard hay un paso. Te estás volviendo cinéfago, o eso espero. Bieeen, vamos bieeen.

Rubén Hornillo dijo...

Si por cinéfago entiendes que me lo como todo, sea un anime, una de accion o cine de autor, estas en lo cierto. Yo me veo la obra hasta el final y la valoro, no como algunos hombres de pequeña estatura presuntamente bien documentados, que mira 5 minutos y ya la votan en el filmaffinity. Eso sí, esto no significa que no me esté aguantando las arcadas al escribir "Al final de la escapada".

Luis dijo...

La alusión, infame.

La ilusión por provocar, infalible.

Ten cuidado con lo que comes, no vayas a intoxicarte o empacharte.