domingo, 14 de marzo de 2010

Distrito 9

Ya tenemos ganadores de los Oscars y he de decir que me encuentro ligeramente satisfecho con las concesiones. El gran motivo de alegría es el relativo fracaso de Avatar, con solo 3 premios (Dirección de Fotografía, Diseño de Producción y Efectos Visuales), todos ellos muy merecidos. El premio a la mejor película se lo llevó En tierra hostil, dirigida por la ex mujer de James Cameron, Kathryn Bigelow. Creo que es justo decir que está ha sido la carrera por el Oscar más interesante de los últimos años. Por si la rivalidad entre el ex-matrimonio no fuera suficiente para alimentar el morbo, a uno de los productores de En tierra hostil se le prohibió la entrada a la ceremonia porque había mandado un email masivo a los miembros de la academia para que votaran por su película. Creo que la principal razón por la que Avatar no ha ganado es porque la mitad de los académicos son actores y Cameron no ha conseguido convencerles de que su nuevo tipo de cine no le quita importancia a su labor. Estas son las reglas del juego. Sin saber muy bien cómo, los actores han amasado un poder inmerecido e injustificado en la industria del entretenimiento y mientras esto siga así, nunca veremos una película de animación llevarse el premio al mejor largometraje. Yo no he visto En tierra hostil porque en Corea del Sur, el país donde resido actualmente, no ha tenido un estreno en salas, aunque parece que en un par de semanas podremos ir a comprobar si la película es merecedora del premio. A tenor de los comentarios oídos y escuchados, parece que Distrito 9 (que comentamos a continuación) o Up eran más merecedoras, pero es altamente improbable que, en las circunstancias actuales, una coproducción neozelandesa-sudafricana o un largometraje de animación, donde los actores no pueden lucir su cara, puedan alzarse con el premio. 

Distrito 9




Cuando el río suena, es que agua lleva. Durante meses, había oído hablar positivamente de este largometraje en varios medios. Me llamó mucho la atención que un programa como Días de cine le diera una buena crítica, ya que no son muy dados a hacerlo a productos de ciencia ficción. El reportaje que le dedicaron me abrió el apetito, pero no siempre se puede uno comer lo que quiere, así que no tuve la oportunidad de verla. Cuando esta película se aposentó en mi particular palacio de los olvidos, los académicos estadounidenses decidieron nominarla a mejor largometraje. Una película neozelandesa de ciencia ficción de relativo bajo presupuesto consiguió meterse en el selecto grupo el mismo año que otra película de ciencia ficción como Avatar pone la industrias patas arriba. Ya no me podía aguantar más, así que me decidí a verla.

Amigos, cuando el río suena, es que agua lleva. Todos los comentarios positivos hacia esta obra están sobradamente justificados. Es una opera prima deslumbrante de los pies a la cabeza (o sería mejor decir desde el primer al último fotograma). Hace poco le decía a unos productores de Hollywood que la mejor manera de adaptar La guerra de los mundos de H. G. Wells sería a través del falso documental pero que sería un proyecto muy arriesgado que, seguramente, acabaría olvidado en el cajón de alguna productora. Seguramente me puse en evidencia al hacer tal declaración, pues estoy seguro de que ellos si que habían visto esta película, la cual prueba justamente eso: que el falso documental es un formato totalmente adecuado (quizás el más adecuado) para contar este tipo de historia y que además vende. El arranque de esta obra es sencillamente brillante. El realizador debutante Neill Blomkamp construye un primer acto a través de imágenes de supuestos documentales, noticias, programas de televisión, proporcionando toda la información que este tipo de producto suele dar y además creando muchas preguntas que enganchan al espectador.

La premisa es la siguiente: un millón de alienígenas con aspecto de gamba gigante llegan a Johannesburgo, sin saber muy bien por qué. Este suceso coge por sorpresa a las autoridades sudafricanas que, debido a la conflictividad entre los humanos y los alienígenas, decide recluirlos en una zona llamada Distrito 9, que está justo debajo de la nave nodriza (la cual sigue suspendida en el aire y, aparentemente, está inservible). El problema del Distrito 9 es que está muy cerca de la ciudad y las tensiones entre especies son muy constantes. Así, la organización MNU decide trasladarlos a todos los extraterrestres a un Distrito 10 a 200 kilómetros de la ciudad sudafricana. La alusión que esta película hace sobre el apartheid es tan obvia que no diré más sobre ello. Miren la película y saquen sus propias conclusiones.

Formalmente, esta película no es exactamente un falso documental, o si lo es, tiene varias paralepsis (se trata de la narración de eventos que un personaje no puede conocer a pesar de que, en ese momento, él sea el narrador; en este caso, el narrador sería el montador del falso documental). Así, a medida que va avanzando el relato, el falso documental va dejando paso a secuencias más convencionales aunque no por eso abandona el estilo televisivo (muy a mi pesar, estamos en la época del uso y abuso de la steady-cam en el audiovisual mainstream). Por eso, hay escenas que dan la impresión de ser parte de ese gran falso documental, pero si lo pensamos bien, nos damos cuenta de que el cámara no podría haberse colado en la secuencia sin que los protagonistas se dieran cuenta. Y es que, si en la física cuántica se afirma que la medición en sí altera el objeto de estudio, la presencia de la cámara modifica el suceso que se graba, por muy fiel a la realidad que quiera ser el documentalista. Estos elementos hacen que, para algunos, la película pierda calidad según avanza. Yo en cambio, creo que la película es tan buena como muchos dicen. Lástima que eso no fuera suficiente para llevarse alguna estatuilla del Oscar.


1 comentario:

geropa dijo...

Re Distrito 9: ya me estás animando a verla. Llevaba tiempo en mi cajón (léase disco duro) del olvido.

En cuanto a Hurt Locker, tampoco estoy muy convencida de que sea tan merecedora de este premio, ya que en general me dejó un poco plaf. Buena película sí, gran película no. Lo que si me alegra de este Oscar es el hecho de que el techo de cristal para las mujeres directoras por fin se haya roto en Hollywood. O como dijo Barbara Streisand a la hora de dar este premio, "the time has come" (el momento ha llegado). Además, Bigelow ganó con una película que no era para nada una típica "chick flick" (película para nenas). ¿Por qué será que nadie se extraña cuando un director tipo John Hughes se dedica a hacer chick flicks tipo "Sixteen Candles" o "Pretty in Pink", pero cuando una mujer rueda géneros más "propios" del otro sexo, todo el mundo se extraña y se maravilla por su tremenda "empatía"?