lunes, 23 de agosto de 2010

Solo ante el peligro (1952)

Si hablamos de Solo ante el peligro hablamos de una de los largometrajes más eficientes de la historia. Entiendo por eficiente la capacidad de desarrollar una trama y provocar el máximo de emociones en el espectador con el menor metraje posible. Este western dirigido por Fred Zinnemann es capaz de provocar empatía por el personaje principal (interpretado por el mítico Gary Cooper) a la vez que asco por la ciudad a la que dicho personaje se siente obligado a proteger. Pero por encima de todo, lo que se siente al ver esta película, sobre todo en el último acto, es tensión. Siempre se habla de Hitchcock como el maestro del suspense en el cine clásico, pero me parece que la utilización que  Zinnemann hace de este elemento es la cumbre de esa técnica narrativa en el periodo clásico.

Esta película del Oeste, ganadora de cuatro Oscars (actor principal, montaje, banda sonora dramática y canción), cuenta la historia del día de la boda del Mariscal Will Kane casi en tiempo real. Poco después de casarse con Amy (la siempre impresionante Grace Kelly), un Will Kane que ha renunciado a su trabajo debido a las convicciones religiosas de su mujer (era cuáquera, y como tal, no cree en la violencia), se entera de que el delincuente Frank Miller, supuestamente condenado a muerte, se dirigía a la ciudad para saldar cuentas con el mariscal. ¿Qué tiene Miller contra Kane? Un gran resentimiento ya que Kane fue el que atrapó a este notorio forajido. Desoyendo el consejo de sus amigos, Kane decide quedarse en el poblado ya que su sustituto no llegará hasta el día siguiente. Con unos cuantos hombres, Kane se siente más que capacitado de controlar la situación. El problema es que, después de cinco años de gran servicio para con la comunidad, esta le da la espalda y nuestro querido pistolero se ve sólo ante cuatro bandoleros.



Uno de los aspectos más interesantes de esta película es el tiempo. La película tiene un metraje de 84 minutos, y la historia dura más o menos lo mismo. Cuando Will y Amy se casan, es un poco antes de las 11 y el tren en el que llega el forajido llega a la ciudad a las 12 del mediodía. Estos detalles son evidentes al espectador gracias a los importantes primeros planos del reloj que Zinnemann se encarga de seleccionar de vez en cuando. Obviamente asistimos en ciertos momentos a una dilatación o contracción del tiempo, pero lo que queda bastante claro, es que no hay ninguna elipsis en el relato. En este sentido, el uso del montaje alterno es capital para que el filme funcione. No es extraño que el montaje le valiera una estatuilla a esta producción de Stanley Kramer.

Como tampoco es extraño que la genial partitura del ucranio Dimitri Tiomkin se llevara dos estatuillas. La canción “The High Noon”, que ganó el premio a mejor canción, es la base sobre la que se sustenta toda la banda sonora. Tiomkin es capaz de utilizar la melodía principal de esta balada como un muy recurrente leitmotiv sin cansar al espectador. Esta gran composición, unida al gran trabajo de los montadores Elmo Williams y Harry W. Gerstad, ayudan a construir una de los mejores montajes que yo he visto en la última parte del filme. Amigos lectores, no se me ocurre mejor manera en la que invertir 84 minutos de su vida que con esta obra maestra. 


3 comentarios:

Sergi T. dijo...

Tarde, pero he llegado.

Anoche tuve la oportunidad de ver "Solo ante el peligro" y he de decir que estoy de acuerdo en muchas de las cosas que dices. El último acto es casi perfecto, el uso del suspense es mágico (aunque creo que Hitchcock tiene películas donde se lo maneja todavía mejor) y el montaje es sublime, perfecto. Los planos de la ciudad desierta por la que camina Kane, su rostro de angustia, las caras de la gente que acaba de dar la espalda a su sheriff y el silvido del tren rompiendo el silencio son estremecedores.

Te ha faltado comentar que es un western casi por accidente. La misma historia situada en una gran ciudad y con gangsters en lugar de sucios pistoleros hubiese funcionado igual de bien.

Como curiosidad, no se si fui sólo yo pero mientras la veía me remitía bastante a Dogville. Tengo la sensación de que el amigo von Trier se ha visto esta película más de una vez. Eso sí, no se pueden comparar los dos films. La aquí comentada es infinitamente superior.

Rubén Hornillo dijo...

Buena observación la comparación con Dogville. Al fin y al cabo, esta es la historia de un pueblo cuyos habitantes son detestable en la mayoría de los casos.
Es cierto que también esta historia puede funcionar en muchos escenarios distintos, pero el duelo final me parece un elemento muy propio del western, o de las películas de samurais, si me apuras. Una película de gangsters que terminara así tendría un evidente regusto al albero de las calles de cualquier pueblo del Oeste americano.

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